Presentación de una obra colectiva sobre el Instituto San Isidro
El pasado día 23 de abril a partir de las 17 horas se presentó en el Salón de Plenos del Consejo Escolar del Estado el libro El Instituto de San Isidro. Saber y patrimonio. Apuntes para una historia, editado hace unas semanas por la editorial de mi institución, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, y en el que colaboran una veintena de autores. Su portada es la siguiente.

El acto contó con nutrido público, en torno a dos centenares de personas, que acompañaron a los presentadores de la obra.

Público asistente a la presentación del libro sobre El Instituto de San Isidro en el Consejo Escolar del Estado el 23 de abril de 2014
La mesa la presidieron Francisco López Rupérez, como presidente del Consejo Escolar del Estado, y Alicia Delibes Liniers, viceconsejera de Educación de la Comunidad de Madrid, quienes inauguraron y cerraron el acto respectivamente, ubicando en sus intervenciones al Instituto San Isidro en la tradición educativa del liberalismo español y efectuando una defensa de la enseñanza de las humanidades en el bachillerato. También tomaron la palabra Isabel Piñar Gallardo, directora del IES San Isidro, quien expuso los antecedentes del libro, el autor de la bitácora, como prologuista del libro, y los dos coordinadores del libro, lo profesores del IES San Isidro Leonor González de la Lastra, quien dio cuenta de los contenidos de la primera parte del libro: Tradición y modernidad, patrimonio y enseñanza y Vicente Fernández Burgueño, quien ilustró sobre las otras dos partes de la obra tituladas: Imagen social, profesores y alumnos y En torno a la historia del instituto.

Intervinientes en el acto de presentación del libro sobre el Instituto de San Isidro, editado por el CSIC. De izquierda a derecha Vicente Fernández Burgueño, coordinador del volumen y profesor del IES San Isidro; Isabel Piñar Gallardo, directora del IES San Isidro; Francisco López Rupérez, presidente del Consejo Escolar del Estado; Alicia Delibes Liners, viceconsejera de Educación de la Comunidad de Madrid; Leoncio López-Ocón Cabrera, prologuista del libro e investigador del CSIC y Leonor González de la Lastra, profesora del IES San Iisdro y coordinadora del libro.
A continuación reproduzco el contenido de mi breve intervención, orientada como homenaje a los profesores de instituto que mantienen la tensión investigadora y como llamada de atención a cuidar de la educación pública como garante de igualdad de oportunidades, y potenciadora de nuestras capacidades intelectuales y de nuestra formación cívica.
Buenas tardes a todos.
Es motivo de satisfacción para mí participar en este acto y por ello quiero agradecer a sus organizadores su invitación por una doble razón.
Me brindan la oportunidad de contribuir a dar la bienvenida a un trabajo colectivo bien hecho, algunas de cuyas características ya expuse en el prólogo del libro que me solicitaron los coordinadores de la obra.
A él remito –aquí– pues en él expuse de manera concisa su contexto y resalté algunos de sus numerosos méritos.
También me permite esta grata invitación participar en un acto en el que cumplimos el deseo de los versos del poeta Luis Cernuda:
“Recuérdalo tú y recuérdalo a otros”.
Ahora permítanme que les lea unas reflexiones de Antonio Muñoz Molina contenidas en su último libro Todo lo que era sólido, donde tras hacer un diagnóstico de la situación en la que nos encontramos nos insta a ejercer la responsabilidad cívica y a sostener un idealismo práctico y racional.
Su lectura me ha permitido entender mejor el sentido de las páginas contenidas en la obra que presentamos aquí y ahora.
Dice así Muñoz Molina al final del mencionado ensayo. (cap. 94, p. 231):
“Necesitamos con urgencia comprender lo que está sucediendo tan velozmente a nuestro alrededor, y como no hay comprensión sin palabras necesitamos que sean lo más claras y precisas posible…
[Necesitamos] Prestar más atención a las personas que actúan que a las que hablan; las que en cada ámbito de la vida han sostenido el país y han logrado que siguiera progresando…
Padres y madres que con ternura, constancia y firmeza han enseñado a sus hijos a ser considerados hacia los demás, les han ayudado a aprender a leer; profesores y maestros que no se han dejado desanimar por la falta de consideración hacia su oficio, y al cumplir con él ha mejorado para siempre la vida de sus alumnos…
Todos aquellos que han amado lo que hacían y han ejercitado su profesión con sentido del deber y conciencia de que estaban contribuyendo en algo al bienestar común, a la solidez de la vida civil».
Y finaliza esta reflexión afirmando
«No hay trabajo real que visto de cerca no sea admirable. Y cuando mejor hecho está menos necesidad tendrá su autor de actuar como propagandista de sí mismo: es el trabajo el que se muestra en su justa medida, sin necesidad de relumbrón ni de acrobacias publicitarias; es la obra la que se explica a sí misma».
Aunque es cierto que la obra se explica a sí misma y sus autores no tienen por qué hacer acrobacias publicitarias permítanme que explique brevemente, casi telegráficamente, por qué conviene hacer publicidad de este libro, recordando tú y recordándoselo a otros.
En primer lugar nos aproxima con una mirada plural y a través de una especie de caleidoscopio a uno de los más relevantes lugares de la memoria de la enseñanza secundaria de la sociedad madrileña y española contemporánea.
Un dato nos explica este hecho. Cuando José Echegaray fue ministro de Hacienda entre julio y diciembre de 1905 logró que los parlamentarios aprobasen una partida de 100 mil pesetas anuales en los presupuestos del Estado para adquirir material científico para los institutos generales y técnicos de la época. Esta partida se mantuvo hasta la creación del Instituto de Material Científico en 1911, que presidiría Ramón y Cajal. Pues bien de las 540.577 pesetas que entraron en las administraciones de los institutos entre 1906 y 1912 para su equipamiento científico el segundo mejor dotado fue el San Isidro de Madrid con 18.473 ptas, a muy corta distancia del Cardenal Cisneros, también de esta ciudad al que fueron a parar en esos años dorados 19,660 ptas.
En segundo lugar nos introduce en aspectos significativos de un espacio ubicado en el corazón de nuestra ciudad en el que por generaciones se han diseminado saberes científico-técnicos y humanísticos entre estudiantes de todo tipo y condición.
Los autores del libro que presentamos han perseverado en una larga tradición existente en este instituto y en otros, consistente en que muchos profesores han logrado compaginar su impagable labor docente con sus afanes y preocupaciones investigadoras.
Gracias por tanto al esfuerzo colectivo subyacente a esta obra disponemos de un nuevo hito que se une a los libros de las profesoras Carmen Rodríguez Guerrero sobre la etapa fundacional del Instituto del Cardenal Cisneros, y de Encarnación Martínez Alfaro sobre el Instituto-Escuela, sección Retiro, antecedente del actual Instituto Isabel la Católica. Con este trípode disponemos de buenas guías para hacer un recorrido histórico por la enseñanza secundaria madrileña.
Quisiera subrayar asimismo que el libro El Instituto de San Isidro. Saber y patrimonio. Apuntes para una historia no hubiera sido posible sin la existencia de una comunidad educativa sólida, bien articulada, existente en este centro de enseñanza, gracias al esfuerzo de sus integrantes.
Aprovecho la ocasión para expresar mi reconocimiento al buen hacer o savoir faire que dirían los franceses de su equipo directivo, representado en este acto, entre otras personas, por su directora Isabel Piñar y su jefe de estudios Rafael Martín Villa. También deseo manifestar mi admiración al compromiso cívico, la responsabilidad profesional y la defensa de una educación pública de calidad por parte de muchos integrantes de su claustro, partícipes en la aventura colectiva que representa esta obra, representados por los dos coordinadores del libro, mis compañeros Leonor González de la Lastra, y Vicente Fernández Burgueño.
Finalmente evocaré estas palabras que encontramos en la obra Lord Jim, de Joseph Conrad:
«Es extraordinario cómo pasamos por la vida con los ojos entrecerrados, los oídos entorpecidos, los pensamientos aletargados».
Quizás la lectura de las páginas de la obra a la que ponemos de largo esta tarde, en este hermoso día del Libro, nos ayude a pasear por las aulas del San Isidro y de otros centros docentes con los ojos más abiertos, los oídos más atentos y los pensamientos más vivos y ágiles con vistas a mejorar nuestro sistema de educación pública tan necesitado de mejoras.
Muchas gracias por su atención.
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