La devastación de París por las bombas y la ciencia alemana

Tras haber atacado Londres la aviación alemana decidió bombardear Paris el 31 de enero de 1918. Según las noticias transmitidas por el ejército francés cuatro escuadrillas de aviones alemanes se acercaron a la capital francesa por el lado nordeste arrojando gran cantidad de bombas que causaron 36 muertos y 190 heridos, según las primeras estimaciones de los daños causados por el raid aéreo.

La mayor parte de las víctimas fueron civiles, fundamentalmente mujeres y niños,  lo que soliviantó a la opinión pública aliadófila, como se aprecia en el testimonio que transmitió Manuel Machado  a sus lectores de El Liberal. En él se aprecia también su crítica a la deriva belicista de los científicos alemanes como ya expuse en mi trabajo «Movilizaciones y escisiones de la comunidad científica en tiempos de guerra» (accesible aquí).

Como era habitual las observaciones de Manuel Machado iban acompañadas de una viñeta de Ricardo Marín.

Jueves 31 enero 1918

Catorce mil kilos de dinamita, setecientas bombas sobre París. Niños, mujeres, enfermos y ancianos han fenecido bajo la lluvia de fuego…

Esto no es el arte de la guerra. Pero sí es la ciencia. La ciencia alemana, que contenía, sin duda, en los últimos capítulos de su programa este delicado experimento. La ciencia alemana, para quien la catedral de Reims es un estorbo cualquiera; la ciencia prusiana, para quien la bondad, la moral, los sentimientos humanos, la vida, en fin, caen por completo fuera del cubilete…La pobre ciencia, inocente y brutal, que, en su absurda soberbia, quiere enmendarle la plana a Dios mismo, y que caerá vencida por esos sentimientos a quienes afrenta, para servirles al fin de esclava y de auxiliar, como Dios manda.

Así lo ha dicho monseñor Omette, el cardenal-arzobispo de París, protestando del ominoso raid. ¡Y no estás solo, noble príncipe mártir. Contigo son en este momento todos los verdaderos cristianos del mundo!.

Ricardo Marin jueves 31 enero 1918

 

Los obreros alemanes antiimperialistas cantan La Marsellesa en enero 1918

A medida que la guerra se hacía más cruenta en el frente occidental las protestas crecían en el interior de las potencias centrales en los inicios de 1918. Manuel Machado, cuya aliadofilia se hacía cada vez más patente en su diario que publicaba en El Liberal, no desaprovechaba ocasión para criticar el militarismo y el imperialismo alemán, como hizo el 30 de enero de 1918 al contraponer los significados de La Marsellesa y el Deutschland über alles.

Sus reflexiones iban acompañadas de una ilustración de Ricardo Marín.

Miércoles 30 enero 1918

Llegan hasta nosotros los ecos de la Marsellesa. No se puede vivir entre dos Repúblicas…Pero el caso es que esta Marsellesa no se canta en Francia ni en Portugal. Viene nada menos que de Hamburgo y de Berlín. La entonan los obreros alemanes. Setecientos mil obreros alemanes en huelga contra los planes aniquiladores del imperialismo, del militarismo, del pangermanismo prusiano, han contestado al himno vernal y patriotero del Deutschland über alles con el generoso himno de fraternidad universal que es la Marsellesa.

¡Oh, Marsellesa, único canto de los hombres libres, que hace venir las lágrimas a los ojos de todo verdadero demócrata; Marsellesa, madre de nuestro espíritu liberado, eco de las grandes reivindicaciones humanas! ¡Cantar único del pueblo, que, cuando no te canta, no hace más que llorar!.

Ricardo Marín miércoles 30 enero 1918

Descontento de Manuel Machado en los inicios de una campaña electoral

Por decreto publicado en la Gaceta de Madrid el 10 de enero de 1918 se convocaron elecciones al Congreso de los Diputados el 24 de febrero y al Senado el 10 de marzo para que se reuniesen las nuevas Cortes el 18 de marzo. En los inicios de una campaña electoral, en la que muchos candidatos hicieron grandes inversiones de dinero para ganar apoyos electorales, Manuel Machado se mostró muy crítico a los usos políticos dominantes en el sistema de la Restauración.

En las siguientes reflexiones de su dietario, que publicaba El Liberal acompañadas de un dibujo de Ricardo Marín, denunció el particular encasillado que iba a practicar el gobierno de concentración entre liberales, conservadores y regionalistas catalanes que presidía el liberal demócrata Manuel García Prieto y cuyo ministro de Gobernación era José Bahamonde y Lanz. Mediante esa operación practicada durante el régimen de la Restauración el Ministerio de la Gobernación rellenaba las «casillas» correspondientes a los distritos con los nombres de los candidatos que el Gobierno estaba dispuesto a proteger.

Martes 29 de enero de 1918

Fuera de algunos nombres demasiado conocidos, de políticos profesionales, y de alguno que otro ilustre en la Prensa o el foro, es la mar indiferenciada e innominada del patronímico la que llena las listas de candidatos para las próximas Cortes. La oleada turbia de los Pérez, Fernández y Garcías (muy señores nuestros) invade el llano y la sierra, y cubre de nuevo la España cuadriculada que se conoce en el ministerio de la Gobernación.

Ni nuestros escritores, ni nuestros artistas, ni nuestros pensadores, ni nuestros científicos, ni nuestros técnicos… Nadie, o casi nadie, en suma, cuyo nombre represente una obra, cuya figura evoque un día de triunfo, de gloria para la patria, de beneficio activo para la Humanidad. Tal vez resulten luego los grandes legisladores; pero, hasta hoy, la profesión de los más de ellos ha sido y es la de fulanista, zutanista o menganista; su talento, el de adherirse a un personaje influyente; su historia…la oscura senda tortuosa y callada por donde aquí se llega a ministro sin que nadie pueda saber por qué.

Parece -sin embargo- que este Gobierno de concentración no tiene un encasillado…sino varios. Uno por cada cabeza visible de grupo, y que los mismos ministros andarán a la graña para traer una buena minoría…a la mayoría.

Parece también que una sola cosa va a brillar más que nunca en estas elecciones de renovación: el dinero.

Y esta es la sola «luz» que vamos a tener los curiosos desocupados para acertar en nuestras apuestas sobre quiénes resultarán vencedores o por lo menos «colocados»…como en las carreras de caballos.

Ricardo Marin martes 29 enero 1918

 

Un diálogo de sordos entre un germanófilo y un aliadófilo en enero de 1918

Mundo Grafico 6 febrero 1918 vapor Giralda

A finales de enero de 1918 se produjo un nuevo ataque de la flota de guerra alemana a la marina mercante español.  Un submarino alemán torpedeó al vapor Giralda, de la Compañía Sevillana de Navegación, cuando viajaba de Huelva a Pasajes. Con él eran 56 los buques españoles atacados por los alemanes a lo largo de la gran guerra. Por las circunstancias del suceso ese hundimiento impresionó vivamente a la opinión pública española, un sector de la cual presionaba con insistencia al gobierno de García Prieto para alinearse en el conflicto con las potencias aliadas.

Manuel Machado ya se había hecho eco el 26 de enero en su diario, que publicaba en El Liberal, de ese nuevo ataque de la flota de guerra alemana a la marina mercante española. Dos días después, cuando el gobierno español estaba deliberando acerca de cómo responder a la agresividad alemana, volvió a hacerse eco de ese incidente mediante un diálogo imaginario entre dos representantes de una opinión pública escindida. Terminaba sus reflexiones con una metonimia en la que parecía lanzar un nuevo puyazo al ministro de Fomento Niceto Alcála-Zamora.

Como solía ser habitual las reflexiones de Manuel Machado iban acompañadas de una viñeta de Ricardo Marín.

Lunes 28 enero 1918

El Sr. La Casa es germanófilo. Lo es sin percibir por ello un solo céntimo. Cuestión de educación y de simpatías. El ama la fuerza y la autoridad. Y cree -no sin cierta lógica- que la fuerza está, sobre todo, en los puños. No sabe alemán. Es más; si le obligaran a aprenderlo, se indignaría contra todo lo teutón. No conoce Alemania. Pero le parece que Alemania es un palo muy fuerte dispuesto a meter en cintura a la Humanidad entera. Y piensa que el gesto natural ante el palo es el de la admiración incondicional. Repito que todo esto lo cree de buena fe y sin emolumentos de ninguna especie.

Por eso ha cogido del brazo al Sr. La Calle, furibundo aliadófilo, y se lo ha llevado a dar un paseo, sacándolo de la viciada atmósfera del café, con ánimos de discutir a solas con el las mutuas «filias» a propósito del caso del Giralda.

– Seria para España -le dice- un problema terrible el de ponerse enfrente del país más fuerte de Europa. ¿Qué nos ocurriría si rompiéramos nuestras relaciones con el Gobierno de Berlín?

Eso digo yo -le ha respondido La Calle- . ¿Qué podría ocurrirnos? Seguramente que nos torpedearín algún otro barco mercante. Y aun puede que nos enviaran a Madrid algún avión que dejara caer bombas sobre el Hospital General. Y si consiguieran romper el frente occidental, atravesar Francia, pasar el Pirineo y derrotar en el Mediterráneo y el Atlántico a toda la escuadra italiana, a la francesa y a la pequeña flota inglesa…, seguramente que lo pasaríamos muy mal. De modo que, nada, estamos conformes. Lo mejor es no meterse en aventuras y hacernos los «chivos locos», como dice nuestro buen Del Campo a propósito del Giralda. Después de todo, no son más que 56 barcos lo que nos ha echado a pique Alemania en lo que va de guerra. Y eso por imprudentes, que si no hubieran navegado, se ahorrarán el chapuzón..¿Que no podemos comerciar mas que con los países inmediatos? ¿Que el Giralda -ni eso siquiera- sólo hacía un servicio de cabotaje? …¡Cabotaje! A poco que se haga, la palabra resulta francesa y, por lo tanto, completamente beligerante. ¡Un vapor costero! ¡Nada! Neutralidad a toda «costa». 

La Casa se ha quedado mirando a su amigo La Calle entre mohíno y desconcertado.

Pero el otro se ha despedido, diciéndole:

– Y en cuanto a usted, dadas sus buenas disposiciones, yo me permito decirle que está perdiendo un tiempo precioso defendiendo de balde lo que a otros les proporciona su porqué…Porque los germanos acá, además de predicar, dan trigo. Y si se siente con ambiciones políticas, puede usted presentar su candidatura por ….Vitigudinemburg, por la Sajonia Manchega…o por cualquier punto de la línea Alcalá-Zamora.

Ricardo Marin lunes 28 enero 1918

 

Una tarde dominical de enero de 1918 en el Retiro madrileño

Como otros madrileños Manuel Machado optó por pasear por el Retiro una tarde dominical de enero de 1918 para distanciarse de las tribulaciones de la vida cotidiana. Sus divagaciones peripatéticas las trasladó a su lectores de El Liberal, reflexionando sobre la decadencia de España y cometiendo algunas licencias literarias.

Lope de Vega (1562-1635), «un ingenio de esta corte» poco pudo alternar en las alamedas del Retiro con Calderón de la Barca (1600-1681) y Agustín de Moreto (1618-1689) pues la diferencia de edad entre estos tres grandes poetas del Siglo de Oro era considerable.

Y denominar rey-poeta a Felipe IV puede considerarse un exceso hasta el punto de que el erudito Luis Astrana Marín -uno de los admiradores y corresponsales de Santiago Ramón y Cajal- consideraba que quienes calificaban así a ese rey «son sin duda tan escasos de meollo como aquel monarca», como recordaran no hace mucho Luis Alejandre y José Jiménez Lozano en una colaboración en el diario La Razón (ver aquí).

De todas maneras el gran historiador del reinado de Felipe IV José Deleito y Piñuela (1879-1957), coetáneo de Manuel Machado, titulará una de sus obras históricas, publicada en 1946, La mujer, la casa y la moda (En la España del rey-poeta).  En esa época el liberal Deleito sufría un exilio interior, pues había sido depurado de su cátedra en la Universidad valenciana por la dictadura franquista.

Las reflexiones de Manuel Machado iban acompañadas de una viñeta de Ricardo Marín, quien en esta ocasión estampó su firma.

Domingo 27 enero 1918

Clara y serena tarde dominical, en las alamedas del Retiro, que invitan a las divagaciones deambulantes, al descanso y al olvido momentáneo. Sedante amable de amargas inquietudes, siempre lo fue este viejo Retiro. Entre sus frondas parece ahora mismo que va a surgir la pálida  y blonda figura del rey-poeta. «Un ingenio de esta corte» se refugiaba aquí también a olvidar, a soñar en la vida galante y literaria, a alternar con Calderón y Moreto en el difícil arte de la comedia, mientras se desmoronaba el mayor imperio que vieron los siglos, y el sol -como esta tarde- se ponía, uno tras otro, en todos los Estados de España.

Pero unos niños han pasado corriendo. Sus voces alegran este viejo Parque. El sol de España tal vez volverá a alzarse para ellos en un mañana florido.

Ricardo Marín 27 enero 1918

Una denuncia de la agresividad del imperio alemán en la Gran Guerra

Numerosos estudios existen, como el de Jesús Perea Ruiz (ver aquí) acerca  de cómo afectó a la sociedad española la guerra submarina desencadenada por Alemania durante la Gran Guerra para cortar los abastecimientos a Inglaterra. Esa guerra se intensificó a princpios de 1918 con grandes perjuicios a la marina mercante española y a la población española que sufría serias carencias de productos de primera necesidad. La opinión pública aliadófila instaba al primer ministro García Prieto a poner coto a la agresividad alemana, y el gobierno hacía difíciles equilibrios para mantener la neutralidad en el conflicto bélico que desangraba a diversas partes del mundo, particularmente a Europa.

Manuel Machado, admirador de los sistemas políticos de los países aliados, muestra una vez más en su diario su aliadofilia al denunciar el torpedeamiento de los buques Victor Chavarri y Giralda por los submarinos alemanes. Una vez más sus reflexiones, vertidas en el diario El Liberal,  iban acompañadas de una ilustración de Ricardo Marín

 

Mundo Grafico El vapor Giralda 26 enero 1918Sábado 26 enero 1918

Empezó la semana con el torpedeamiento -siempre por los señores alemanes- del Victor Chavarri, que termina con el del Giralda; dos barcos españoles que traían subistencias o carbón a nuestros puertos. Ya nos vamos haciendo a estos accidentes. Ya esto no asombra aquí a nadie. Los únicos asombrados, pasmados, estupefactos de nuestra tranquila resignación, son los alemanes. Me consta de un modo positivo.

Cierta prensa germanófila -dedicada amablemente a dificultar nuestras relaciones comerciales, «únicas posibles» -, no habla para nada de estas cosas. En cambio, el supuesto fusilamiento de un español en la frontera francesa, ha ocupado sus columnas durante unos días…hasta que se ha sabido que el español Sr. Duñaveitia está sano y salvo, sin que nadie le haya causado el menor daño.

Esta feliz plancha no les servirá siquiera para pasar al otro lado de la cuestión y apiadarse sobre los náufragos de nuestros buques hundidos.

Ricardo Marin 26 enero 2018

 

La decepción de Manuel Machado ante el modo de gobernar de García Prieto

Los problemas socio-económicos se incrementaban a medida que iba transcurriendo el mes de enero de 1918 en el seno de la sociedad española. Paralelamente aumentaba la desconfianza de la opinión pública ante la capacidad para solucionarlos del gobierno de coalición que presidía el marqués de Alhucemas, Manuel García Prieto (n. 1859), líder nominal del Partido Liberal, y jefe de su fracción demócrata.

Expresivo de ese estado de ánimo son las siguientes reflexiones de Manuel Machado, quien muestra su decepción ante la pusilanimidad de García Prieto, que meses antes era visto por los liberales como un «renovador», y la incapacidad de diversos ministros para afrontar los desafíos que tenía el gobierno.

Sus dardos se dirigieron particularmente al ministro de Fomento que en aquel momento era Niceto Alcalá Zamora (n.1877), quien años después sería el primer presidente de la Segunda República española.

Una vez más las consideraciones de Manuel Machado, expuestas en el diario El Liberal, están acompañadas de una ilustración de Ricardo Marín. En ella se representa una Constitución de 1876 en trance de desligitimación, incapaz de ofrecer un cauce a demandas crecientes de una mayor democratización del sistema político de la Restauración, y de un sistema parlamentario más dinámico y vivo como el británico que es el que presenta como modelo Manuel Machado, al comparar las actitudes políticas de García Prieto y del primer ministro del Reino Unido David Lloyd George (n.1863).

 

Viernes 25 de enero de 1918

El Ministerio Alhucemas, cuyo título parecía ofrecernos un Gobierno sahumerio que limpiase el ambiente de miasmas deletéreos y acabase con los mil vicios de nuestra enrarecida atmósfera nacional, no ha tenido aún el gesto «renovador» y liberador que de él se esperaba. Sigue, al parecer, por el contrario, la trillada senda de los mil Gobiernos que en España han sido antes y después del fatídico 98, cuya cuenta aún no está liquidada. Los problemas vitales de la existencia nacional no le merecieron, al constituirse, sino una atención secundaria. Un hombre de segunda es todavía el encargado del ministerio de Fomento, que es hoy el ministerio del estómago español, viscera la más comprometida en las actuales circunstancias. Y todo por el orden. Lo que importa son las elecciones. Lo que le importa al Sr. García Prieto, según propia confesión, es traer una mayoría monárquica conforme a los sentimientos predominantes en el país, dice él. Y esto le parece asegurado. Con lo cual está contento y es completamente feliz, como hombre que ha cumplido su misión en el mundo.

Si después de celebrar tres Consejos seguidos tiene aún el presidente calma para escuchar uno -leal y sincero-, nosotros nos atreveríamos a darle el de que no ocultara a la Prensa, una noche a las doce, resoluciones que ha de saber toda España a las ocho de la mañana siguiente. Las medidas de orden público son obra de gobierno cuya justicia puede discutirse. Pero el ocultar o falsear la noticia de ellas no sirve para nada, si no es para desmerecer en el crédito de hombre serio y leal que todo gobernante necesita ante todos y ante todo. Vea el presidente lo que hace Lloyd George en Inglaterra, repare cómo se abre y comunica con el país a la luz del día y sin tapujos, y convénzase de que a los pueblos hay que hablarles claro y decirles la verdad. Y entonces sí que no pasa nada.

Ricardo Marin 25 enero 1918

 

El resquebrajamiento de la alianza de las potencias centrales en la gran guerra en enero de 1918

Atento al desarrollo de los acontecimientos bélicos que definían el contexto internacional de la sociedad española en los inicios de 1918 Manuel Machado, en las reflexiones siguientes, se mostró esperanzado ante las señales procedentes de Austria, donde crecían los sentimientos pacifistas. Numerosos indicios manifestaban el cansancio ante la guerra de la población austríaca. De esa situación informó a sus lectores de El Liberal, manifestando una vez más sus sentimientos aliadófilos, característicos de los liberales españoles en aquella coyuntura. Como casi siempre sus reflexiones iban acompañadas de una viñeta de Ricardo Marín.

Jueves 24 enero 1918

Austria quiere la paz. La quiere el pueblo y el Estado. Entre los centro-europeos, el Estado austríaco ha sido el primero en comprender que, si los pueblos se entienden, el mal será de momento para el Estado, aunque luego el estado de los pueblos sea lo que Dios quiera…Por su parte, Alemania habla también de paz…a su modo. Habla para que la oiga el país, harto de guerra, y atribuya a los demás el retraso de la paz, a reserva de ver si un buen golpe de mano en los campos de batalla aviva el espíritu nacional, y el entusiasmo por las viejas ideas imperialistas y pangermanistas acalla las voces del hambre y de la humanidad. Pero, en fin, la santa palabra está ya en el corazón de muchos y en boca de todos.

Ricardo Marin 24 enero 1918

El impacto de la película «La hija de los dioses» en el Madrid de 1918

En medio de las tribulaciones de la vida cotidiana de las que Manuel Machado fue dando cuenta en su Memorándum de la vida española de 1918, tal y como se viene comentando en esta bitácora, también hubo ocasión para la diversión y el goce de espectáculos culturales para ciertos círculos sociales.

En el mes de enero de 1918 se estrenó en Madrid el film La hija de los dioses, una superproducción protagonizada por la nadadora, luchadora por los derechos de la mujer y actriz Annette Kellerman (n.1887), de origen australiano, quien llevó a cabo en esa película el que es considerado el primer desnudo en la historia de la cinematografía.

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Los medios de comunicación dieron una gran cobertura al estreno de esa película «sensacional», según un comentarista del diario La Correspondencia de España el 20 de enero de 1918. Antes de ser proyectada en el cine Odeón el propietario de la película en España, Juan Iglesias, ofreció un pase previo a la Asociación de la Prensa, al que asistieron destacados artistas como el dramaturgo Jacinto Benavente (n.1866), el pintor Joaquín Sorolla (n.1863) y el escultor Mariano Benlliure (n. 1862).

Entre los espectadores de esa película, que causó un gran impacto social, también se encontró Manuel Machado quien expresó su opinión sobre la película, y sobre el arte de filmar, en su dietario publicado por El Liberal. Como era habitual sus opiniones y reflexiones iban acompañadas de una ilustración de Ricardo Marín.

Miércoles 23 de enero de 1918

Catorce leguas de pelicula. Veintiún mil doscientos diez y ocho intérpretes. Mil doscientos niños. Seis millones de francos. Una ciudad construida para quemarla. Y, sobre todo, la cara bonita y las proporciones completamente venusianas de Anita Zellermann (sic) … Tanto así de caderas, tantico así de cintura. La hija de los dioses, película desarrollada por primera vez en Madrid, a beneficio de la Prensa, es una verdadera maravilla.

Las maravillas cinematográficas, no obstante, no han encontrado aún su aplicación más noble y más alta; el verdadero empíreo en que destellar. ¿Es por falta de campo en que ejercer su acción omnímoda? Antes al contrario, la pobre y rutinaria imaginación humana es la que no sabe aún muy bien qué hacer con estos nuevos ojos que pueden verlo todo y reproducirlo todo. Y no poseyendo aún el arte de la film, lo tienen convertido, hasta ahora, en una copia servil del teatro, del mal teatro melodramático, folletinesco o astracanesco, halagando el pésimo gusto del vulgo, cuando habría que domarlo y corregirlo.

El secreto de la cinemática es la vida. Pero el misterio de la vida no se capta retratando a unos comicos en la calle, en un jardín, corriendo en auto o desvalijando trenes. La afición a lo real debe ir hasta la religion de las cosas, hasta el descubrimiento de su alma, hasta ese panteísmo secreto que crea los grandes pintores y los grandes escultores. El cine dispone para ello de medios superiores; a su devoción están todas las fuerzas del universo, asi en lo grande como en lo infinitamente pequeño. A él le toca realizar la síntesis maravillosa…

Pero es que hace mucho tiempo sabemos pintar y esculpir. Filmar no sabemos aún.

Ricardo Marin 23 enero 1918

 

La actitud ante la nobleza española de Manuel Machado

Manuel Machado se propuso una ardua labor en 1918. Ir auscultando el tono de los días que iban pasando en el trascurrir ese año, tan decisivo en la historia mundial y española. Sus impresiones las transmitía a los lectores del diario El Liberal en su colaboración semanal, publicada los lunes,  que tenía como título Día por día. De mi calendario. En ese desfile cotidiano de acontecimientos que presentaba a sus lectores pretendía captar «la cara del día».

He aquí como reaccionó a un manifiesto del Centro de Acción Nobiliaria, una sociedad de ideario tradicionalista y corporativa fundada en 1909. Las consideraciones de Manuel Machado hacia ese documento iban acompañadas de una ilustración de su colaborador Ricardo Marín.

Martes 22 de enero de 1918

Tiene sobradístima razón el Centro de Acción Nobiliaria: «Hace un siglo que la nobleza española dejó de influir como clase social en los destinos de la patria…» Y cuando una clase social se queda completamente al margen de esos destinos, deja ipso facto de ser una clase social.

Pero si como tal clase no tiene ya vida ni eficacia alguna, bien pueden sus miembros realizar individualmente -como en su origen- las más nobles hazañas, las empresas más altas, los más generosos sacrificios, ahora que la patria necesita del esfuerzo de todos sus hijos. Bien pueden los herederos de nombres ilustres por el valor de sus mayores, añadir nuevos timbres a su prosapia, nuevos cuarteles al escudo. La industria, el comercio, la agricultura, son hoy el palenque apropiado para su fortuna. Las Artes y las Ciencias, el campo abierto a sus talentos. No ataviándose de honores decorativos, lazos y bandas, placas, plumas  y galones, sino dando en la ocasión cuanto poseían,  desde la plata y el oro de sus joyeros hasta la sangre de sus venas, alcanzaron sus antepasados la gloria y el prestigio a cuya sombra ellos duermen. No traten de avivar un espíritu de clase que los separa con exclusivismos anacrónicos de la vida actual. Pero agítense en ella, individualmente, con los poderosos medios de que disponen, y que cada uno conquiste de nuevo su título, pensando que si es muy elegante ser el último marqués, lo grande, lo fuerte, lo noble es haber sido el primero.

Ricardo Marin 22 enero 1918

 

Una visita de Manuel Machado al estudio de Sorolla para contemplar el cuadro de su hermano Antonio que no llegó a ver

A finales de 1917, principios de 1918 Joaquín Sorolla (n. 1863) se encontraba en una fase de intensa creatividad pintando cuadros de destacados representantes de la «intelligentsia» española que le había encargado el millonario e hispanista norteamericano Archer M. Huntington. Como ya señalé en una entrada de mi blog jaeinnova el 2 de enero de 1918 (ver aquí) visitó a Sorolla el crítico de arte de El Sol Francisco Alcántara para contemplar el cuadro del político republicano Gumersindo de Azcárate. Evidentemente Huntington también visitaría al pintor valenciano durante su estancia madrileña a lo largo de ese mes de enero, a la que el propio Manuel Machado aludió en su dietario el 16 de enero de 1918, de lo que ya dí cuenta en esta bitácora. (ver aquí).

Y otro visitante del estudio de Sorolla, enclavado en el barrio madrileño de Chamberí, fue Manuel Machado, interesado por las manifestaciones artísticas contemporáneas. Como expone en su diario, el 21 de enero de 1918,  -cuyas observaciones iban acompañadas de una ilustración de Ricardo Marín- el objeto de su visita era contemplar el cuadro de su hermano Antonio  (n. 1875) que estaba realizando Sorolla para la Hispanic Society de Nueva York donde se encuentra actualmente. Pero finalmente no lo contempló. ¿Se dejó encantar por otras obras artísticas de Sorolla que le embaucaron? o ¿ el cuadro aún no estaba finalizado?

Si fuese así tendría razón Blanca Pons-Sorolla, biznieta del pintor, cuando data la elaboración de ese cuadro, junto con los retratos de José Ortega y Gasset (n.1883), José Benlliure (n.1855) y Miquel Blay (n. 1866) a lo largo de los primeros meses de 1918. Contradice así la opinión dominante de la crítica que fecha la elaboración del retrato de Antonio Machado por Joaquín Sorolla en 1917.

Joaquín_Sorolla,_Antonio_Machado_(diciembre_de_1917)._Óleo_sobre_lienzo._Hispanic_Society_of_America_(Nueva_York)

Retrato de Antonio Machado por Joaquín Sorolla, 1918

Lunes 21 enero 1918

En el estudio de Sorolla…Es decir, en uno de los estudios, porque el maestro trabaja en el otro, como los viejos renacentistas, a solas con su modelo y con su arte. 

Yo había ido alli a ver el retrato de mi hermano Antonio, pintado por el gran valenciano por encargo de Huntington para la Hispanic Society de Nueva York. Quería verlo antes de que se lo llevaran allende los mares que no pienso cruzar nunca.

Y mientras Sorolla pinta allá dentro, ardiente, infatigable, yo me doy una gran fiesta de contemplación de los numerosos cuadros que llenan esta gran sala, entre los que campea, apenas esbozado en su dibujo, un retrato de D. Alfonso XIII en traje de cazador, que me recuerda vagamente el Felipe IV de Velázquez. Muy vagamente, en verdad, porque este mago de la luz y de los colores, este soberano artista del pincel, esta retina única y esta mano prodigiosa de Joaquin Sorolla…no se ha hecho para el retrato. El arte de Sorolla nada tiene que ver con la psicología. Tiene para él tales encantos la forma, lo solicitan con tantos atractivos las bellezas exteriores, lo reclaman con tal sugestión los problemas de la técnica, se nota en él una alegría de pintor tan grande, que fuera cruel como inútil pedirle esa honda percepción de las almas que sola da vida a un retrato; esa vista introspectiva y, por decirlo así, violadora de los rincones espirituales, que aseguró la inmortalidad a los personajes retratados por Velázquez, por Goya; esa inquietud de pintar el alma y la personalidad que atormenta y engrandece hoy a un Anselmo de Miguel Nieto, a un Romero de Torres, soberanos retratistas. No. ¿Y qué importa? Mi vista se llena aquí de colores y de luces antes estas marinas de Levante y estas figuras colocadas en medio de los más terribles juegos de sol que ninguna otra retina conseguiría apreciar, ninguna otra mano realizar en el lienzo…Pescadores, bañistas, marineros de las playas azules. Velas latinas del «mare nostrum». ¡Qué transparencias deliciosas, queé aire luminoso el que hace ondear estos cendales de un blanco inaudito, qué alegría, qué gloria de luz! He aquí al verdadero Sorolla…¡Y cuán distante del de los retratos! Decididamente renuncio a ver el de mi hermano. Y cuando el maestro sale un momento a disculparse con un trabajo urgentísimo, yo balbuceo también una disculpa por mi visita, le estrecho con efusión la mágica diestra y salgo deslumbrado a la calle. La mañana es clara y luminosa. Menos luminosa, empero, que sus marinas de Levante.

Ricardo Marín 21 enero 1918

Joaquín Sorolla por Ricardo Marín

La oposición de Manuel Machado a celebrar el Carnaval de 1918

En su dietario Manuel Machado se hizo eco de los graves acontecimientos sangrientos que se habían producido en Málaga el 15 de enero de 1918 cuando la Guardia Civil reprimió con dureza una manifestación convocada por un comité de preponderancia femenina, como se aprecia en la fotografía adjunta tomada de un reportaje de la revista Mundo Gráfico de 23 de enero de 1918.

Malaga 15 de enero de 1918 bis

Días después otra manifestación celebrada en Alicante también finalizó con tres muertos y seis heridos, según la información que transmitía El Liberal del 20 de enero en su primera página.

Ante acontecimientos tan dramáticos, y cuando el hambre se extendía entre amplias capas de la sociedad española, y por numerosas poblaciones, Manuel Machado mostró su opinión favorable de un acuerdo tomado en La Coruña para no celebrar el Carnaval ese año, ocasión que le permitió mostrar su rechazo a una fiesta que consideraba ya periclitada. Una opinión, como sabemos, que se revelaría profundamente errónea en tiempos venideros.

Como solía ser habitual sus reflexiones iban acompañadas de una ilustración de Ricardo Marín.

Domingo 20  de Enero 1918

Otra cosa que pasa para no volver nunca tal vez es el Carnaval. Leo que en la Coruña lo han olvidado, al menos por este año. Celebraré que este noble ejemplo cunda, no sólo porque en verdad no estamos para chuflas, no sólo porque no hay derecho de afrentar el dolor universal con la más estúpida de las algazaras «caseras», no sólo porque la razón de ser del Carnaval ha desaparecido sobradamente hace mucho tiempo, no sólo porque es grosero, y brutal, y vicioso, y absurdo el Carnaval en estos momentos…, sino por no hacerme más esta obsesionante pregunta, que me asalta fieramente delante de toda máscara: ¿Qué tendrán en la cabeza -en vez de los sesos- los que salen a la calle vestidos de mamarracho?

Ricardo Marin 20 enero 1918

Evocación de un dandy por Manuel Machado el 19 de enero de 1918

Mientras el malestar social aumentaba en España por el incremento del coste de la vida, y el desabastecimiento de productos de primera necesidad como consecuencia del desarrollo de la Gran Guerra, Manuel Machado, en el diario que iba publicando en El Liberal, fijó su atención en sus observaciones sobre el 19 enero 1918 en un personaje octogenario que acababa de fallecer.

Era el dandi Manuel Álvarez Mariño, más conocido como «el pollo Álvarez», muy conocido en la sociedad madrileña por sus excentricidades, sus riquezas, su afición a la equitación y su afán de marcar tendencias en la moda masculina, como evocara en una necrológica que le dedicó J. Millán Astray en las páginas del diario El Día el 18 de enero,

A Manuel Machado su evocación le trasladó a otros tiempos del siglo XIX, cuando dominaba en el atuendo de los hombres elegantes el sombrero de copa y la capa bejarana, y existía el derecho a la pereza.

Estas son sus reflexiones  acompañadas de un ilustración de Ricardo Marín

sábado 19 de enero de 1918

Ha muerto, muy viejo, D. Manuel Alvarez Mariño. Era «el pollo Alvarez» toda una época, que había sido enterrada muchos años antes que él. Estos casos de auto-supervivencia son terribles. Alvarez había sobrevivido a su fortuna, a su belleza varonil, a su dandismo español castizo, a sus triunfos, a sus amigos, a sus amantes, a todo su tiempo, en fin.

Era el dulce tiempo en que nuestra elegancia idiosincrásica sabía casar el sombrero de copa con la hermosa capa bejarana de embozos colorados, el pantalón abotinado y estrecho con los guantes color de caña. Era el dulce tiempo de dejarse vivir sin hacer nada, sin pensar nada, sin inquietarse por nada. En que un buen caballo o una aventura galante nos daban la personalidad para toda la vida. Pasó ese buen tiempo; y después, mucho después, mucho después, ha pasado tambien Manolito Alvarez, como una sombra de sí mismo, al reino misterioso de las sombras.

Ricardo Marin 19 enero 1918

La idea de la Sociedad de Naciones se abre camino: guerra y paz en el dietario de Manuel Machado el 18 enero 1918

El 8 de enero de 1918 el presidente norteamericano Woodrow Wilson pronunció un importante discurso ante el Congreso de los Estados Unidos. En él presentó una serie de propuestas -conocidas como los 14 puntos- destinadas a crear nuevos objetivos bélicos defendibles moralmente para la Triple Entente, que pudiesen servir de base para negociaciones de paz con los Imperios Centrales en la conflagración mundial que asolaba el mundo.

El último de esos puntos era la propuesta de crear una asociación general de naciones, a constituir mediante pactos específicos con el propósito de garantizar mutuamente la independencia política y la integridad territorial, tanto de los Estados grandes como de los pequeños.

A ese punto -embrión de la Sociedad de Naciones que se constituiría tras el Tratado de Versalles el 28 de junio de 1919- se refiere Manuel Machado en las reflexiones de su dietario correspondientes al 18 de enero de 1918, indicio de la enorme expectación con que era seguida la conflagración mundial en el seno de un país que aunque era neutral sufría de mil maneras los múltiples efectos de aquel desastre colectivo que produjo millones de muertos. Esas reflexiones, como era normal en su colaboración con el diario El Liberal, estaban acompañadas de una ilustración de Ricardo Marín.

Viernes 18 enero 1918

Se habla cada vez más de la Sociedad de las naciones. Es que los pueblos han comenzado a hablar. Mal año, pues, para las cabezas visibles. Los pueblos han empezado a preguntarse por qué y para qué combaten. ¿Cuál es el fin práctico de la guerra mundial? …Claro es que nunca falta un sabio alemán dispuesto a explicarlo todo. Y ahí está un Sr. Openheimer (yo sí que no sé nada, ni cómo se escribe eso), el cual asegura que la muerte de 15 o 20 millones de proletarios en esta hecatombe es en cierto modo una ventaja, porque alzará el nivel de la riqueza proletaria gracias al necesario encarecimiento de la mano humana. Y es verdad que, dada la carestía actual de todos los artículos, el único género que ha ido barato  hasta aquí es el …género humano.

Pero ello es que los pueblos comienzan a hablar y están a dos pasos de caer en que si hubieran comenzado por ahí, se hubieran ahorrado la sarracina -por ventajosa que sea- y el problema se hubiera resuelto tal vez, aunque de otro modo.

Ricardo Marin 18 enero 1918

El colorido de una fiesta popular madrileña protagonizada por animales descrito por Manuel Machado

Rescatada en 1983 por el alcalde Enrique Tierno Galván, la fiesta de San Antón, el patrón de los animales, es uno de los eventos festivos más populares de la ciudad de Madrid. Cada 17 de enero desfilan los animales por la madrileña calle de Hortaleza para que su patrón ubicado en la iglesia, que dirige actualmente el padre Ángel, les proteja de todo mal, especialmente de aquel que se les inflige de manera injusta. Así lo subraya Ruth Toledano en el reportaje que hizo en el diario digital El Diario al dar cuenta de cómo se celebró la festividad en la ciudad de Madrid en  2016 (ver aquí).

Casi cien años antes, el 17 de mayo de 1918, -hoy hace un siglo- Manuel Machado nos describe así en su dietario, publicado en El Liberal,  sus percepciones ante el alegre tropel de heterogéneos animales que vio desfilar aquel día por la calle Hortaleza, acompañadas de su preocupación ante el hambre que asolaba por aquellas fechas a muchos conciudadanos.

Como casi todas las reflexiones de su dietario la de ese día también está acompañada de una ilustración de Ricardo Marín.

Ricardo Marin 17 enero 1918

 

Jueves 17 enero 1918

Fiesta madrileña, típica y popular. Arde la calle de Hortaleza en colores, en ruidosa algazara. Las mismas bestias, humildes protagonistas del festejo, adornadas, empenechadas, colgadas de lazos, arreos y campanillas, parecen prestarse de bonísima gana a la gárrula romería. Parece -más aún- que le infunden su carácter manso, paciente y servicial. El asno filosófico y razonador, el orondo mulo, el bello caballo, parecen sustentar orgullosos a sus bravos jinetes y acorrer en alegre tropel con paso ligero y alado a la cebada bendita. En su día de huelga y de alegría. Antes y después de desfilar junto a la efigie del Santo Abad, se han detenido a las puertas de tabernas y figones, y, mientras los amos beben y se aturden, ellos hacen una parada satisfecha de sus galas y sus bríos. Mañana las veremos de nuevo cumplir con su obligación habitual, desde el ruchillo joven y pendantuelo, que hace que tira de la gran reata del carro, hasta el noble y sufrido percherón, que arrastra de veras toda una casa por esas calles de Dios.

Hoy, no: hoy es su fiesta única bajo la advocación del gran San Antonio el eremita. Y en su poco de orgullo, que Dios les permite hoy, quién sabe si, al rumiar la bendita cebada, no miran con cierta compasión al hombre …ese animal que no tiene asegurado el sustento.

Ahora que la historia animal se abre paso entre las nuevas tendencias de la historia cultural como muestra la colaboración de Hilda Kean en el libro New Directions in Social and Cultural History, editado por Sasha Handley, Rohan McWillian y Lucy Noakes, coviene prestar atención a la evolución de la fiesta de San Antón, de remotos orígenes medievales.

El 16 de enero de 1918 en el dietario de Manuel Machado: el elogio del hispanista Archer Milton Hungtinton

 

Huntington El Liberal 12 enero 1918

Esta columna aparecía inserta en la primera página de El Liberal de 12 de enero de 1918. En ella se informaba de la estancia en Madrid del hispanista norteamericano Archer Milton Huntington, creador de la Hispanic Society de Nueva York, cuyos tesoros fueron expuestos en una magnífica exposición durante varios meses del año pasado en el Museo del Prado, y visitados por casi medio millón de personas.

En esa estancia madrileña Huntington además de entrevistarse con Alfonso XIII visitaría también el taller del pintor Joaquín Sorolla donde admiraría los encargos que había hecho al pintor valenciano como los retratos de diversas personalidades españolas. Uno de ellos sería el de Gumersindo de Azcárate, el político y jurista republicano fallecido a finales de 1917, que apreció por aquellas fechas otro visitante del taller de Sorolla, el crítico de arte del diario El Sol Francisco Alcántara, según informé en en una entrada de mi blog Jaeinnova. (ver aquí)

Consciente Manuel Machado de la extraordinaria labor que estaba haciendo Hungtinton a través de la Hispanic Society en la sociedad norteamericana para dar a conocer la relevancia de la cultura española le dedicó estas reflexiones en su dietario, publicado también en El Liberal, ubicándole en un lugar de honor entre los hispanistas norteamericanos de aquella época. Una vez más esas reflexiones iban acompañadas de una ilustración de Ricardo Marín.

Huntington por Sorolla

Retrato de Archer Milton Huntington por Joaquín Sorolla

Miércoles 16 enero 1918

Entretanto pasó por Madrid, y se fue sin que yo haya podido estrechar su mano, un gran «español», natural de América del Norte. No conozco a míster Archer Milton Hungtinton personalmente, ni sé de él más que por sus obras. Pero el fundador de la «Hispanic Society» de Nueva York, benemérito de la Humanidad, me parece  a estas alturas nuestro primer patriota. Este yanqui, que ama a España como pocos sabemos amarla, le ha dedicado lo mejor de su alma, y por de contado la vida entera. Asistido por una gran fortuna y por un entusiasmo aún más grande, él es para nuestros artistas, para nuestros escritores el mejor y el más desinteresado de los amigos. Fundada por él en 1904 la Sociedad Hispánica de América (Biblioteca y Museo), compónenla cien socios, a quienes el gran hispanista ha comunicado su entusiasmo, su gusto y su saber de España. Hay entre ellos nombres ilustres en las Letras y las Artes. Y el propio Huntington figura por su obra entre ellos en primera línea. Su magnífica versión inglesa del Cantar de Myo Cid es, en verdad, admirable, y sus Apuntes sobre el Norte de España revelan el conocimiento más profundo de nuestra raza, al par que las dotes felices de un altísimo escritor. y de algo mejor aún, de un verdadero poeta.

Vaya nuestro saludo cordial a ese insigne amador de España que nos hace el honor de creer en ella tanto y más que los mejores de entre nosotros. Y que su nombre, unido al de los Underhill, los Walsh, los Caffin…llene la historia de este día, consagrado a su noble figura.

Ricardo Marin 16 enero 1918

El 15 de enero de 1918 en el dietario de Manuel Machado: pesimismo ante situación sociopolítica

A medida que discurría el mes de enero de 1918 el hambre avanzaba entre las clases populares españolas. Proliferaron entonces manifestaciones en numerosas ciudades, sobre todo del arco mediterráneo. De ellas informó Mundo Gráfico,  la revista ilustrada más popular de aquel momento, en su ejemplar de 23 de enero de 1918, ofreciendo imágenes de numerosas manifestaciones dirigidas por mujeres. Las tres fotos de abajo corresponden a la gran manifestación habida en Málaga el 15 de enero que se saldó con decenas de muertes.

Mundo Grafico 23 enero 1918 manifestaciones del hambre

También se produjeron sucesos luctuosos en Alicante y en Barcelona como consecuencia del malestar social existente en la capital catalana.

Mundo Grafico 16 enero 1918 Barcelona protestas

La colaboración de Manuel Machado correspondiente a sus reflexiones sobre el martes 15 de enero, que publicó una semana después en El Liberal de 21 de enero, corresponden a esos trágicos acontecimientos. Expresan una profunda crítica al comportamiento irresponsable de las elites politicas y económicas, dirigiendo sus dardos hacia la patronal catalana. Su actitud egoísta y cerril le parecía indignante y así lo pudo constatar cuando fue testigo directo de la semana trágica barcelonesa en 1909. E instaba al primer ministro Manuel García Prieto, marqués de Alhucemaas, a escuchar la voz del pueblo.

Estas son pues sus reflexiones, acompañadas de una ilustración de Ricardo Marín alusiva a la acción de la Parca en la risueña ciudad de Málaga teñida de luto aquel 15 de enero de 1918.

Martes 15 de enero de 1918

En cambio, aqui no fracasa nadie. O, mejor dicho, el fracaso repetido es una nueva garantía de poder. Estamos gobernados por las mismas cosas y por los mismos hombres que nos llevaron al gran desastre. Ellos y suss hechuras y descendientes continúan mandando. Y el desastre tambien continúa. Barcelona…Malaga…Alicante.

La semana trágica de 1909 me cogió en Barcelona. Inopinadamente y sin quererlo me encontré con la huelga y con la revolución.

Pues bien; yo os juro que jamás oí en boca del pueblo en armas el menor grito separatista, la menor voz antipatriotica ni nacionalista. El ejército era aplaudido en todas partes. Allí pude comprobar, en cambio – y uno de los más prestigiosos entre ellos mismos corroboró entonces mi aserto- que la culpa toda de los disturbios era del avariento despotismo salvaje de muchos patronos fabricantes catalanes, de los tiránicos industriales enriquecidos, prototipo, en su mayoría, de la intransigencia, de la crueldad egoísta y, lo que es peor, de la grosería inabordable. Ellos, sí: ellos sí que eran catalanistas y separatistas y «lligueros» y facciosos. Ellos sí que eran antimilitaristas, incapaces de toda solidaridad, no ya nacional, sino humana, hasta el punto de alegrarse y sonreír en medio del pánico, cuando la destruida o la quemada era la fábrica del vecino, esperando vagamente salvar la propia o consolandose así de haberla perdido. Os digo que yo lo he visto.

En cuanto a Málaga, Málaga divina, perla del Mediterráneo; Málaga, sufrida y pobre, risueña siempre, enpero, y dulcemente alegre, ha roto en un momento de sagrada indignación su tradicional armonía. Exasperaciones del hambre y de la iniquidad la han enloquecido, y trocado en rojo y negro aquel exquisito panorama de azul y plata. La represión ha sido brutal y mortífera.

No podemos desde aquí juzgar del todo a las autoridades malagueñas. Pero el pueblo entero, colgando de luto sus balcones, ha dicho al gobernador que se vaya. El jefe de un partido demócrata no puede dudar de que Vox populi vox Dei. Hay que olvidar que somos marqués y grande de España para recordar que la primera obligación de un régimen democrático es escuchar al pueblo.

Ricardo Marin 15 enero 1918

El 14 de enero de 1918 en el dietario de Manuel Machado: el affaire Caillaux

Joseph Caillaux (1863-1944) fue un prominente político de la Tercera República francesa. Siendo primer ministro y líder del partido radical había promovido una política de conciliación con Alemania que le llevó al mantenimiento de la paz durante la crisis de Agadir de 1911.

En 1914 renunció a seguir siendo ministro de Finanzas después de que el 16 de marzo de ese año su esposa Henriette asesinara al editor de Le Figaro, Gastón Calmette, cuando éste quiso publicar una carta íntima escrita por Caillaux, en el marco de una campaña de denuncias del comportamiento corrupto de ese político. Fue exculpada porque su abogado adujo que «fue víctima de la desenfrenada pasión femenina» lo que convenció al jurado, compuesto exclusivamente por hombres.

Luego Caillaux se convirtió en el líder del partido por la paz en la Asamblea francesa durante la Gran Guerra. Esa posición le granjeó numerosos enemigos que le acusaron de traición a la patria por lo que fue arrestado y sometido a juicio. A este affaire se refiere Manuel Machado en las reflexiones que plasmó en su dietario correspondientes al 14 de enero de 1918, publicadas en El Liberal, e ilustradas por Ricardo Marín. En ellas se manifiesta su francofilia, común a amplios sectores de la «intelligentsia» liberal y demócrata española de aquel momento.

Lunes 14 enero 1918

Desde la muerte de Gaston Calmette por madame Caillaux, un genio trágico y siniestro preside las fortunas del gran político francés, jefe del partido radical. Nos cuesta trabajo y pena grande creerle traidor a su patria y vendido al oro alemán. Sabemos, sin embargo, que en su preparación sistemática de la guerra Alemania ha sembrado, ha procurado sembrar la corrupción derramando el oro por doquiera.

Caillaux – con todo- nos parecía demasiado alto para caer tan bajo. Prisionero hoy, sometido a un terrible proceso, sujeto a una justicia rápida, definitiva e inapelable, fuera cobarde y pobre en nosotros el afrentarle con el amargo recuerdo de sus frases crueles y despectivas para España, y el no desear de todo corazón que su nombre salga limpio de esta sombría tormenta, y que se descargue y justifique de las tremendas acusaciones que hoy lo agobian.

Lo que sí nos conviene es recoger esta soberbia lección de vida que nos da, una vez más, Francia admirable, desbridando a la luz del día sus heridas para aplicarles el sano cauterio antes que la gangrena de los falsos pudores pueda envenenarlas, llevando a la barra, sin miedo al escándalo, sin más consideración de la que alcanzaría un ciudadano innominado, a uno de sus más altos prestigios políticos, jefe de un partido, muchas veces ministro, ex presidente del Consejo, dueño aún hoy mismo de una fuerte opinión y millonario por añadidura.

Ricardo Marin 14 enero 1918

El 13 de enero de 1918 en el dietario de Manuel Machado: consternación ante el avance de la miseria

El deterioro de la situación social en la España de principios de 1918 era alarmante. La miseria crecía imparable, y los motines por la falta de pan, el desabastecimiento de carbón, y la carestía de los productos de primera necesidad eran continuos en diversas ciudades y poblaciones españolas. En ese contexto se producen las siguientes reflexiones de Manuel Machado en el diario El Liberal, acompañadas de una ilustración de Ricardo Marín, alertando ante las consecuencias de que sus lectores burgueses cerrasen los ojos a las lacerantes desigualdades sociales en las que estaban inmersos.

Domingo 13 enero

He visto a la Miseria. La he visto a la puerta de una tienda de comestibles calentándose en la hoguera de un tostador de café. La he visto, con la cara terrosa, los ojos famélicos iluminados; revuelto el intenso cabello; mal cubierta de harapos inconcebibles. La he visto, pues, y os lo digo. Vosotros podéis seguir pensando en que lo primero es vivir bien, en que hay que aprovecharse de las circunstancias, en que la caridad bien entendida empieza por uno mismo. Pero yo os digo que he visto a la Miseria. Y era horrible.

Ricardo Marín 13 enero 2018

 

El 12 de enero de 1918 en el dietario de Manuel Machado: expectación ante una nueva fase de la Gran Guerra

El año 1918 se inició con la implicación cada vez más amplia de Estados Unidos en la Gran Guerra que asolaba el mundo desde el trágico verano de 1914.

El Liberal de 12 de enero de 1918, por ejemplo, se hacía eco de una intervención del ministro de la Guerra norteamericano en el Senado de Estados Unidos en el que informó de la organización de la maquinaria bélica de su país que a finales de 1917 era capaz de movilizar a 1.428,000 militares.

Pero las reflexiones de Manuel Machado relacionadas con sus vivencias de ese día aludieron, como se verá a continuación, a dos importantes discursos dados días atrás por el primer ministro británico Lloyd George (n. 1863) y el presidente norteamericano Woodrow Wilson. (1856).

Wilson, en efecto, había pronunciado días antes, el 8 de enero de 1918, un importante discurso en el Congreso de Estados Unidos donde expuso 14 puntos con el objetivo de alcanzar la paz en la conflagración mundial en la que Estados Unidos acabaría implicándose a fondo, inclinando la balanza a favor de las potencias aliadas.

Como es sabido esos puntos, entre los que se encontraba la creación de una Liga o Sociedad de Naciones, antecedente de las Naciones Unidas, sirvieron de punto de partida para establecer el Tratado de Versalles de 1919.

Manuel Machado vio en los discursos de esos dos políticos un atisbo de paz en una conflagración que se vivía en la sociedad española con una gran intensidad, a pesar de ser neutral el Reino de España en la contienda mundial.

Estas son sus reflexiones, acompañadas como casi siempre, por la correspondiente ilustración de Ricardo Marín.

Sábado, 12 enero 1918

Antorchas de paz se encienden aquí y allá en estos últimos días. Lloyd George y Woodrow Wilson han empuñado las más fuertes y luminosas. El mundo entero -todo el mundo que no está ciego- las ha mirado a través de lágrimas de esperanza. Y un aura de paz como un suspiro ha dilatado los pechos.

¿Viene al fin la suspirada? Esperémosla silenciosos y devotos. Silenciosos, sobre todo.

Ricardo Marín 12 enero 1918

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