El diario republicano Luz nació a principios de 1932. Sus impulsores -el empresario Nicolás de Urgoiti y el filósofo José Ortega y Gasset que habían lanzado meses antes la Agrupación al Servicio de la República- pretendían con ese nuevo periódico influir en la marcha del régimen republicano, máxime en un momento en el que Ortega empezaba a mostrar distancias con la obra de gobierno de Manuel Azaña. Asi lo mostraba su artículo de fondo, ubicado en la portada del diario de su primer número el 7 de enero de 1932 , titulado «Hacia un partido de la Nación. Antimonarquía y república».
Pero también llama la atención de ese ejemplar una reseña que aparece en la página siguiente, dedicada a cuestiones culturales, y fundamentalmente a comentar las novedades bibliográficas.
Esa reseña estaba firmada por el catedrático de instituto Juan Dantín Cereceda, estrecho colaborador de Urgoiti y Ortega desde que ese tandem fundaran el diario El Sol en 1917 como consta en varias entradas de mi blog jaeinnova (ver aquí). Dado que Dantín fue uno de los catedráticos de instituto pensionados por la JAE me ocupé de él en el libro Aulas abiertas, haciéndole una amplia nota biográfica que también se puede leer el diccionario on line JAEeduca (ver aquí).
Tal reseña aludida muestra diversas cuestiones.
En primer lugar la preocupación de Dantín, ya maduro, por estar al tanto del movimiento científico-pedagógico en los inicios del período republicano y su empeño en alentar una cultura de la precisión en los centros docentes, siempre que dispusieran de laboratorios bien dotados.
En segundo lugar su interés por la labor llevada a cabo por ese gran didacta de las ciencias que fue Modesto Bargalló, cuya obra científica y pedagógica ha analizado recientemente Luis Moreno en su tesis doctoral Ciencia en las aulas: prácticas pedagógicas, cultura material e historia de la ciencia en la obra de Modesto Bargalló en España (1894-1939). (ver aquí) Probablemente ambos docentes trabaron amistad en Guadalajara. Dantín fue catedrático de Agricultura de su instituto, entre 1912 y 1922, y Bargalló fue profesor numerario de Física, Química, Historia Natural y Agricultura de la Escuela Normal de Maestros de esa ciudad castellana desde 1915 hasta la guerra civil.
En tercer lugar la labor de mediación cultural emprendida por la editorial barcelonesa Gustavo Gili para dar a conocer al público de habla española aportaciones científicas europeas. En este caso eligió un manual alemán hecho al alimón por dos físicos alemanes, Eilhard Wiedemann (1852-1928) y Hermann Ebert (1861-1913) que habían desarrollado el grueso de su obra antes de la Primera Guerra Mundial. De hecho la primera edición de Physikalisches Praktikum databa de 1904. El hecho de que fuese un éxito editorial en Alemania al hacerse varias ediciones puede explicar el que la editorial Gustavo Gili se aventurase a traducirla al español.


Este volumen tenía 539 páginas con índices, y tenía 370 figuras como las siguientes.

He aquí los contenidos de la mencionada reseña
La ponderación y la medida de los fenómenos para su perfecto conocimiento y la precisa formulación de sus leyes inspiran estas prácticas, realizables, en su mayor parte tan sólo en laboratorios dotados de material abundante.
Las prácticas, siempre excelentes, se ordenan en cada una de las grandes partes en que la obra aparece dividida: A) Física general, B) Calor, C) Óptica, D) Electricidad y Magnetismo. El libro recoge en un apéndice los diferentes trabajos auxiliares de laboratorio, manipulaciones con el vidrio y los metales, etcétera -tablas, en gran número, de constantes físicas-; fórmulas matemáticas de que el físico se sirve con más frecuencia: tablas trigonométricas y tablas de logaritmos.
La obra es algo atractivo y sugerente que vale por un buen tratado de Física y sirve a toda clase de públicos. Puede ser utilizada por unos como una magnífica iniciación, de tipo superior; por otros, de comprobación y mera experiencia cuantitativa ante la clase; por algunos, de preparación para estudios de mayor empeño y finura de análisis.
La traducción de Modesto Bargalló, fiel y precisa.
Lo que no sabemos es cómo circuló este libro en los centros docentes y si fue usado por los colegas de Dantín y Bargalló, ubicados en los institutos y en las Escuelas Normales.
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