Confidencias de Azaña sobre su visita a la cuarta Feria del Libro de Madrid: aclarando el sentido de una fotografía y apostillas adicionales

Como afirmara Pedro de Répide la idea de organizar una feria del libro en la capital del Estado español ya rondaba hacia 1920 pero fracasó la propuesta «por tratarse de una gran ciudad, cuyo comercio mucho y vario, hace de toda ella y durante el año entero, una enorme feria permanente» (1) Hubo que esperar a la proclamación de la Segunda República española para que sus gobernantes, en el marco de su decidido interés por la promoción del libro y de la lectura para favorecer el acceso a los bienes culturales y la democratización de la cultura, retomasen y ejecutasen la idea. Y así en en la primavera de 1933 pudo inaugurarse, en un ambiente festivo, la primera Feria del Libro, cuando Azaña era el presidente de un Gobierno formado por republicanos y socialistas. Ocupaba entonces Fernando de los Ríos el ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, ya en sus últimas semanas al frente de esa cartera.

Cuatro años después -el domingo 24 de mayo de 1936- fue Azaña, como jefe de Estado, el encargado de inaugurar esa fiesta popular que ese día y en los sucesivos fue visitada por millares de ciudadanos, entre los cuales hubo centenares de escolares.

En la entrada anterior de esta bitácora (ver aquí) di cuenta pormenorizada del baño de masas que se dio el presidente de la República cuando inauguró junto al primer ministro Santiago Casares Quiroga, y otros integrantes del Gobierno como el ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes Francisco Barnés, la IV Feria del Libro en el paseo de Recoletos de Madrid.

Mostré también la siguiente foto que se exhibe en la exposición dedicada actualmente a Manuel Azaña en la Biblioteca Nacional de España, tomada el domingo 24 de mayo de 1936 por Luis R. Marín y cuyo original se encuentra en el archivo de la Fundación Pablo Iglesias (Madrid 19.734).

Días después, hojeando el quinto volumen de las obras completas de Manuel Azaña editadas por el historiador Santos Juliá, me he encontrado con un documento que aporta detalles significativos de la visita del jefe del Estado a la cuarta y última feria del libro en el Madrid republicano, que revela el complejo carácter del último presidente de la Segunda República española, y en el que al parecer se combinaba un espíritu tolerante con una causticidad corrosiva. Tales detalles ofrecen pistas de por qué el objetivo del fotógrafo Luis R. Marín tuvo especial interés en captar la conversación entre Azaña y el responsable de la Librería Bailly-Baillière, que ocupaba el stand nº 28 de las instaladas en el paseo del Prado, aquel 24 de mayo de 1936.

El documento en cuestión es una carta fechada el 5 de junio de 1936 en la Quinta del Pardo, que Azaña, tras reformarla y adecentarla, convirtió en su residencia, y donde tuvo las primeras noticias de la sublevación militar del 18 de julio de 1936. Luego durante la guerra ese palacete alojaría a la Quinta División del Ejército de la República por lo que recibió diversos obuses de las tropas rebeldes ubicadas en la madrileña Casa de Campo.

La mencionada carta iba dirigida al escritor y dramaturgo Cipriano Rivas Cherif, íntimo amigo de Azaña desde años atrás, antes de codirigir entre los dos la revista cultural La Pluma entre junio de 1920 y junio de 1923, y cuñado a partir de 1929 cuando don Manuel se casó con Dolores de Rivas Cherif.

En esa primavera de 1936 Rivas Cherif, – que luego en su exilio mexicano publicaría Retrato de un desconocido.Vida de Manuel Azaña y que salvó su vida de milagro tras ser aprisionado por los nazis en su refugio francés y trasladado a España como evocara su hijo Enrique (ver aquí), que acaba de fallecer-, se encontraba de gira por Cuba y México con la compañía de Margarita Xirgú. Meses atrás esa compañía había obtenido un resonante éxito teatral representando en Barcelona en el Principal Palace «Doña Rosita la soltera», la última obra que Federico García Lorca pudo estrenar en su corta e intensa trayectoria vital, antes de ser asesinado el verano de 1936.

Federico Garcia Lorca, Margarita Xirgu y Cipriano Rivas Cherif en el otoño de 1935

Durante la gira americana de Cipriano Rivas Cherif su cuñado le escribió una serie de cartas, a partir del 16 de marzo de 1936, que son documentos de gran valor historiográfico para conocer la personalidad de Azaña en unos meses decisivos del transcurrir de la Segunda República española. Siete de esas cartas han sido editadas por Santos Juliá (2). En la última, datada como ya he comentado el 5 de junio, encontramos los siguientes párrafos:

Creo haberte hablado de la inauguración de la Feria del Libro, pero de seguro no te he contado algunas anécdotas. Recorrí todos los puestos, muchos de ellos propiedad de gente desafecta u hostil. Tuve «una palabra amable para cada invitado», y en una de las barracas estaba Baylli, el sobrino de mi injuriador, a quien tengo procesado y con cien mil pesetas embargadas. El hombre estaba azarado, pero yo me puse muy elegante y le pregunté muchas cosas de sus ediciones; no sabía cómo ponerse más fino y contento, así como los libreros de FAX (católicos), que creían que no iba a detenerme en su tienda. Los periódicos me atribuyen, con motivo de esta visita, frases dignas de la infanta Isabel; por ejemplo: ¡que pregunté por las obras completas de Pereda!!! Pasamos después a la Nacional, y entre mucha gente reconocí a Benjamín Jarnés, que, por primera vez no se me despintó. Le saludé, le di las gracias por un libro suyo que me había mandado días atrás, y se puso tan contento, que se emborrachó allí mismo, le besó las sandalias a la estatua de San Isidoro, y compró libros en la feria para regalárselos a un guardia. Borracho, y después, sereno, no hacía más que ponderar lo amabilísimo que había estado el Presidente y su gran satisfacción por ello. Desde ese día, comienza a circular por Madrid el rumor de que el Presidente es muy simpático. (3)

No dispongo de información de las injurias que recibió Azaña del tío de la persona con la que departió en la caseta de Bailly-Baillière, una prestigiosa librería-editorial fundada en Madrid en 1848. En su fondo editorial destacaban unos populares Almanaques. (ver aquí).

Como indicaba su publicidad esos almanaques reunían numerosos contenidos relacionados con el papel que los conocimientos científicos desempeñaban en la vida cotidiana. Así se comprueba en el índice del almanaque editado en 1936, con información correspondiente a 1935, que probablemente se encontraba en el stand captado por la cámara de Luis R. Marín. Este era el índice de ese volumen

Generalidades. Historia del Año p. 7.- Los muertos del año p. 32.- Geografía: La Presa mayor del mundo p. 33; Danzas pintorescas p. 34; Escenas y tipos populares p. 36; Filatelia p. 38; Cómo cazan los esquimales p. 42; Jefes de los estados hispano-americanos p. 43; Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas p. 46; Abisinia p. 48.- Universo: Eclipses de sol y luna p. 50; Cómo nacen las lluvias de estrellas p. 52; Las comunicaciones interplanetarias 54.- Historia y Literatura: Origen y desarrollo de la Academia española p. 56; Las transformaciones del lenguaje escrito p. 60; Animales legendarios (en la historia y en la leyenda) p. 62; La guardia particular del Papa p. 64; Los grandes exploradores p.65.- Ciencias vulgarizadas: Los faros, salvaguardia de los navegantes p.74; ¿En qué consiste la televisión? p. 78; El vuelo sin motor p. 79; Las grandes aeronaves p. 82; Locomotoras modernas p. 84; El aire líquido: sus raras y numerosas propiedades p. 85; La Potasa, riqueza nacional p. 88; La calefacción central por el vapor con vacío artificial p. 90; El agua, generadora de electricidad p.92.- Bellas Artes: Del lingote a la pieza de moneda p.94; Artísticas cerraduras de otros tiempos p. 96; Las catedrales p. 98; La Casa de Velázquez p.104.- Derecho. Economía: Los buques porta-aviones p. 105; La carestía de la vida moderna p. 108; Del carbón a la gasolina p. 110; Situación jurídica de la mujer casada p. 112.- Medicina e Higiene: La nariz y las fosas nasales p. 113; ¿Qué tensión tenéis? p. 116; Lo que todo el mundo debe saber del ojo y sus defectos de visión p. 117; Cómo se realiza una operación quirúrgica p. 120; El veneno de la serpiente vencerá al cáncer p. 122; El colibacilo, huésped peligroso del intestino p. 123; ¿Tienen las tisanas propiedades curativas? p. 124; Qué es más conveniente para vuestra salud, ¿el mar, la llanura o la montaña? p. 125.- Historia Natural. Agricultura: Los huevos de vuestras gallinas p. 126; Manera de sacar la cera de las colmenas p. 128; Ventajas del cultivo bajo el vidrio p. 130; La langosta, azote de Andalucía y Extremadura p. 132; Inyecciones intravenosas para los árboles p. 137; El agua base de la prosperidad p. 138; Algunos animales extraños p. 140; Peces de las grandes profundidades p.141.- Matrimonio y Hogar: El calor y el frío en la cocina moderna p. 142; Para aligerar el presupuesto de gastos p. 144; Moda femenina en 1935 p.146; Nuestros niños p. 150; Labores femeninas p. 151; Decorado y arreglo de la casa p. 155; Trabajos artísticos p. 156; Imprudencias, causas de incendios p. 157; Juegos y deportes: Escuela de juventud. Los exploradores de España (Boy-scouts españoles) p. 158; ¿Quiere Ud. matar chochas? p. 164; Fantasía en el deporte p. 166; ABC del Hockey p.168; Acrobacias aéreas 169; Miscelánea: Adivinación por los sueños p. 170; Conocimientos útiles y entretenimientos p.172; Los atributos de algunos santos p. 174; Maneras de saludar p. 175; Manera racional de llevar la carga p.176.

Otro de los «stands» que visitó Azaña, sorprendiendo a sus gestores, fue el de la editorial FAX. Si había personas desafectas u hostiles al régimen republicano en general y al gobierno del Frente Popular en particular entre las casetas presentes en esa Feria del Libro eran sin duda alguna los de esa editorial, muy vinculada al nacional-catolicismo que tanta influencia tuvo en el desarrollo de la guerra civil y en el régimen de Franco. En su catálogo, y por consiguiente en la caseta por la que paseó Azaña, había entre otras obras las siguientes: una del jesuita F. Alonso Bárcena sobre los rotarios y sus tendencias en el orden social, moral y religioso; Notas del block. Historia anécdotica de la Segunda República del periodista Joaquín Arrarás, quien años después sería uno de los grandes apologetas del dictador Francisco Franco y manipulador de las memorias de Azaña; hasta diez obras del jesuita Joaquín Azpiazu, quien había fundado en 1927 «Momento Social» para promover el catolicismo social, autor entre otros libros del Manual de Acción Católica, La acción social del sacerdote o La actualidad monetaria, El Estado corporativo, Jóvenes y juventudes y Direcciones pontificias; o la traducción al español de Los protocolos de los sabios de Sión. Los peligros judeo-masónicos. Ese famoso libelo, fruto de una gran manpulación, está considerado la publicación antijudía más influyente en la época contemporánea (ver aquí). La traducción al castellano por el duque de la Victoria de la edición que había hecho E. Jouin ya iba por su sexta edición en 1936.

Finalmente cabe preguntarse las razones del chismorreo de Azaña sobre Benjamín Jarnés, del que presenta una faz poco amable, en un momento de un cierto reconocimiento social de ese escritor, asiduo colaborador del diario El Sol donde desarrollaba una amplia y creativa crítica literaria y cinematográfica. Por aquel entonces acababa de publicar una más de una serie de biografías que le dieron popularidad en la sociedad española de aquel entonces. Me refiero a su Doble agonía de Bécquer, de cuyo nacimiento se había celebrado el centenario el 17 de febrero de 1936. ¿Fue ese el libro que había regalado a Azaña, al que este alude en su carta a su cuñado de 5 de junio de 1936. ¿Tenía Azaña asuntos que ajustar con ese novelista experimentalista, discípulo (ver aquí) de Ortega y Gasset, del que Azaña se había ido distanciando políticamente en el transcurso de la Segunda República? ¿Habían chocado años atrás en la competitiva vida literaria del Madrid cultural en la que los dos autores habían escrito novelas destacadas , con ciertos paralelismos, sobre su infancia y juventud? Son preguntas a las que por ahora no puedo ofrecer respuesta. Quizás los especialistas sobre la obra de Jarnés pudiesen darnos la solución a este enigma.

Ahora solo me queda, para rematar esta entrada, dar cuenta de la abundante obra de ese escritor aragonés que se encontraba distribuida en dos casetas de la IV Feria del Libro de Madrid, a la que me voy acercando en esta bitácora.

Así en el stand nº 21 de la editorial Espasa-Calpe se ofrecían sus libros, cuyo precio en pesetas de aquel entonces señalo entre paréntesis. Entre sus obras literarias el visitante podía adquirir los siguientes libros:

Teoría del Zumbel (5) de 1930; Escenas junto a la muerte (5) de 1931; Lo rojo y lo azul (5) de 1932 ; Fauna contemporánea (5) de 1933; Libro de Esther (7) de 1935; El profesor inútil (5) de 1926 -segunda edición en 1934-; El convidado de papel (5) de 1928, segunda edición en 1935; Viviana y Merlín (15) de 1930, segunda edición en 1936, y Feria del Libro (7) de 1935.

Y entre sus biografías, publicadas en la gran colección de Vidas españolas del siglo XIX que luego incluyó también a las vidas hispanoamericanas, están : Sor Patrocinio, la monja de las llagas de 1929; Zumalacárregui, el caudillo romántico de 1931; Castelar, el hombre del Sinaí de 1935 y la ya mencionada Doble agonía de Bécquer de 1936. Todas ellas se vendían a 5 pesetas.

Y en el stand nº 13 de Signo, propiedad de Juan Palazón y Pedro García Valdés, editorial en la que colaboró Juan Ramón Jiménez llevándose una serie de disgustos (ver aquí), publicó Jarnés en 1935 en la colección «Los cuatro vientos», Tántalo (farsa novelesca), en una edición encuadernada que se vendía a 7 pesetas.

Notas.-

  1. Pedro de Répide, «La nueva Feria de Madrid». Prólogo a Catálogo de la 4ª Feria Oficial del Libro de Madrid. 24 de mayo al 2 de junio de 1936, p. 11
  2. Están transcritas entre las páginas 637 y 660 en el volumen 5 de las Obras completas de Manuel Azaña. Noviembre 1933-Julio 1936. Edición de Santos Juliá, Madrid, Ministerio de la Presidencia, 2007. Están fechadas el lunes 16 de marzo; el 29 de marzo; el 4 de abril con una addenda el 10 de abril; el 14 de mayo, desde la Quinta del Pardo; el 18 de mayo cuando continúa en la Quinta del Pardo; y el 5 de junio de 1936 también desde la Quinta del Pardo.
  3. Manuel Azaña, Obras completas. vol. 5, op. cit., p. 658.

La mitad de «Los libros de la Naturaleza» de la editorial Calpe a golpe de clic

Durante la década de 1920 se desarrolló una de las más interesantes iniciativas en el ámbito de la divulgación de las ciencias naturales en el Estado español orientada al público infantil y juvenil. Me refiero a la magnífica colección que la editorial Calpe lanzó al mercado en 1923 con el título de «Los libros de la Naturaleza». Diez libros formaron su primera serie como se puede constatar en este anuncio publicitario

Como se aprecia en él el zoólogo Ángel Cabrera, de fácil pluma y con unas dotes comunicadoras excepcionales, -al que el Museo Nacional de Ciencias Naturales dedicó un homenaje el pasado 7 de julio con motivo del 60 aniversario de su fallecimiento acaecido en Buenos Aires, en el que tuve la oportunidad de participar: ver aquí entre el minuto 23,23 y 45,43- asumió el grueso de la serie. Fue el autor de cinco de los diez volúmenes que tenían características comunes. Todos tenían unas atractivas cubiertas debidas al gran dibujante y caricaturista Bagaría. Su extensión era similar, no sobrepasando el centenar de páginas. Y estaban magníficamente ilustrados con una treintena de dibujos, media docena de láminas y una decena de fotograbados.

Estos fueron los cinco volúmenes de la autoría de Ángel Cabrera en esa primera serie de Los libros de la naturaleza.

Por su parte el otro sostenedor de esa serie fue un buen amigo de José Ortega y Gasset, impulsor junto al ingeniero Nicolás María de Urgoiti de la editorial Calpe en 1918. Me refiero a Juan Dantín Cereceda, al que dediqué una amplia biografía en el diccionario on-line Jaeeduca (ver aquí). Este docente e investigador mostró sus dotes pedagógicas y amplios conocimientos geológicos, como buen discípulo y colaborador de Eduardo Hernández-Pacheco, y botánicos como catedrático de Agricultura en institutos como los de Guadalajara, y los madrileños Instituto-Escuela (entre 1919 y 1922) y San Isidro, en tres libros que presento a continuación.

A esos dos magníficos divulgadores científicos que fueron Ángel Cabrera y Juan Dantín Cereceda se unieron dos relevantes investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales, pertenecientes a dos grupos generacionales distintos. Uno, el geólogo Lucas Fernández Navarro (1869-1930), jefe de la sección de Mineralogía del Museo y catedrático de Cristalografía desde 1902 de la Facultad de Ciencias de la Universidad Central fue el autor de El mundo de los minerales. El otro, Antonio de Zulueta y Escolano (Barcelona 1885-Madrid 1971), pionero de la investigación genética en España, hermano del pedagogo Luis de Zulueta que sería ministro de Estado durante la Segunda República.

Esa primera serie fue completada con una segunda, editada a finales de la década de 1920, tras la fusión en 1925 de las editorial Calpe y Espasa para formar el potente conglomerado empresarial de Espasa-Calpe. Esta serie, al parecer, no se completó pues no he localizado el volumen anunciado con el título «Libélulas y mariposas».

Colaboraron nuevamente en esta segunda serie Angel Cabrera, ya instalado en Argentina donde fue contratado en 1925 para dirigir la sección de Paleontología del Museo de la Plata, y Juan Dantín Cereceda. El primero con estos tres volúmenes

El segundo con otros dos volúmenes

En esa ocasión la editorial contó otra vez con la colaboración de otros acreditados naturalistas como Enrique Rioja (Santander 1895-México 1963), catedrático de instituto y de la Escuela Superior de Magisterio desde 1922 donde se especializó en la didáctica de las ciencias naturales y el zoólogo, acreditado entomólogo y catedrático de Zoografía de Articulados desde 1922 de la Universidad Central Cándido Bolívar Pieltain (Madrid 1897-Ciudad de México 1976), quien asumió importantes responsabilidades políticas en los gobiernos presididos por D. Manuel Azaña durante la Segunda República. El primero fue autor de la obra Curiosos pobladores del mar y el segundo escribió un libro sobre Los crustáceos

Se completó esa serie con colaboraciones del astrónomo del Observatorio Astronómico de Madrid José Tinoco y del meteorólogo y jefe del Observatorio Meteorológico de Madrid Nicolás Sama Pérez.

La mayor parte de esos libros tuvieron una amplia circulación en los años republicanos. Se incorporaron a muchas de de las cinco mil bibliotecas que las Misiones Pedagógicas establecieron por muchos lugares del territorio español como en el pueblo pirenaico Bonansa en la provincia de Huesca, transportados por los antecedentes de los bibliobuses.

Y también se trasladaron a las numerosas bibliotecas escolares que los diversos gobiernos de la República impulsaron en los centros educativos, como muestro en la comunicación «Ciencia en las aulas: el caso de las bibliotecas escolares de la Segunda República española», presentada en el II Seminario Internacional Patrimônio Cientifico e Ensino das Ciencias que organizan los colegas de la PUC de Sao Paulo Kazumi Munakata y Katya Braghini, entre el 6 y el 8 de octubre de 2020, cuyo programa está visible aquí.

Al preparar esa comunicación he podido constatar con satisfacción que debido al programa de I+D+i CEIMES «Ciencia y educación en los institutos históricos madrileños», financiado por la Comunidad de Madrid y que dirigí entre 2008 y 2012, diez de los veinte volúmenes diseñados en la colección «Los libros de la Naturaleza» están digitalizados en esa magnífica iniciativa del Ministerio de Cultura del Gobierno de España que es la Biblioteca Virtual del Patrimonio Bibliográfico

A golpe de clic el internauta curioso tiene acceso a los siguientes volúmenes:

Animales extinguidos, Los animales familiares, Los animales microscópicos, Los animales salvajes, Mamíferos marinos, El mundo alado, Peces de mar y de agua dulce de Ángel Cabrera.

Historia de la Tierra, La vida de las plantas de Juan Dantín Cereceda.

y El mundo de los insectos de Antonio de Zulueta.

Quien se adentre en ellos podrá constatar la calidad científica y literaria de esos libritos que contribuyeron de manera decisiva a fomentar el interés por el estudio de la naturaleza entre lectores infantiles y juveniles de diversos países hispano parlantes a lo largo de diversos momentos de la historia del siglo XX pues la mayor parte de esos volúmenes tuvieron reimpresiones hasta avanzada la década de 1960.

Para saber más:

Juan Miguel Sánchez Vigil, Calpe. Paradigma editorial (1918-1925), Gijón, Editorial Trea, 2005

Juan Miguel Sánchez Vigil, «La Editorial Calpe y el Catálogo general de 1923», Documentación de las Ciencias de la Información, 2006, vol. 29, pp. 259-277. Accesible aquí

Santos Casado y Alfredo Baratas, «El divulgador Ángel Cabrera», en Ángel Cabrera: Ciencia y proyecto colonial en Marruecos (editores Helena de Felipe, Leoncio López-Ocón y Manuela Marín), Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), 2004, pp. 199-213

Aurelio Heinz Usón Jaeger, Los principios didácticos innovadores para la enseñanza de las ciencias naturales en la escuela primaria española y su repercusión en los libros escolares durante el primer tercio del siglo XX, tesis de la Universidad Complutense de Madrid, Facultad de Educación, Departamento de Didáctica de las Ciencias Experimentales, leída el 28 de junio de 1999. Accesible aquí.

Alejandro Tiana, Las misiones pedagógicas. Educación popular en la Segunda República, Madrid, Ediciones La Catarata, 2016

Eugenio Otero Urtaza, editor, Las Misiones Pedagógicas, 1931-1936, Catálogo de exposición, Madrid, Publicaciones de la Residencia de Estudiantes, 2006. Se accede a la exposición virtual aquí.

«Bibliotecas escolares», en Diccionario de Pedagogía, publicado bajo la dirección de Luis Sánchez Sarto, Editorial Labor, Barcelona, 1936, tomo I, pp. 395-401.

Las novedades de la editorial Espasa-Calpe a principios de 1936

Antes de celebrarse la IV Feria del Libro, una de las iniciativas culturales promovidas por la Segunda República vividas como acontecimientos festivos (1) , la potente industria editorial española estaba en plena ebullición. En ese sector una de las empresas más dinámicas era la editorial Espasa-Calpe. Nacida en 1925 de la unión de la editorial Calpe,  creada en 1918 por el ingeniero vasco Nicolás Mª de Urgoiti, y la veterana Espasa, fundada en 1860 por Pablo y José Espasa Anguera, tenía en ella gran influencia el filósofo José Ortega y Gasset.

Dos anuncios, aparecidos respectivamente el sábado 8 y el jueves 13 de febrero de 1936 en la página que el diario El Sol dedicaba al mundo de los libros, han llamado mi atención. En el primero la editorial Espasa-Calpe daba cuenta de sus últimas novedades. En él se nos ofrece entonces útil información sobre la orientación que daba esa editorial a su catálogo en vísperas de las últimas eleccciones republicanas, celebradas el domingo 16 de febrero que supondrían un «tournant» decisivo en la historia republicana.

 

Anuncio sabado 8 febrero 1936

Este anuncio, en efecto, es revelador de la potencia editorial que tenía Espasa-Calpe a finales de la Segunda República, de sus estrategias publicitarias, de sus preocupaciones culturales y de la amplitud de su catálogo en el que simultaneaban obras científico-técnicas, libros fundamentales del pensamiento europeo y obras relevantes del ámbito cultural iberoamericano, tanto de autores españoles como latinoamericanos.  También nos orienta sobre su público potencial pues los precios de sus libros indican que sus posibles clientes tenían un alto poder adquisitivo.

El anuncio daba cuenta de dos libros de la Biblioteca Agrícola Española, debidos a dos ingenieros agrónomos sobre cuya importancia llamaba la atención el mencionado anuncio del jueves 13 de febrero.

Uno de ellos era  Rafael Font de Mora (1893-1978), quien había creado en 1934 el Servicio Oficial de Inspección, Vigilancia y Regulación de Exportaciones del campo valenciano, convirtiéndose en un experto en la producción del naranjo, el principal producto de exportación hortofrutícola del Levante español. El otro, Manuel María Gayán que había sido director de la estación enológica, frutal hortícola de Calatayud y de la Granja Agrícola de Valladolid en las que adquirió experiencia y competencias para afrontar el encargo que le hiciese Espasa-Calpe para su Biblioteca Agrícola Española.

La obra de Rafael Font de Mora: El naranjo: su cultivo y explotación contenía abundantes ilustraciones, estaba encuadernada en tela y se vendía a siete pesetas. La oportunidad y utilidad de la obra venía dada, según sus editores, por las dificultades que estaba encontrando la exportación de ese producto estratégico en la balanza comercial española. En él se ofrecían una serie de consejos para obtener una gran variedad en su producción y garantizar la calidad de la fruta.

El naranjo 3

 

Por su parte la de Manuel María Gayán Horticultura general y especial, estaba muy ilustada, y se vendía a 14 Pts. Al publicitar la obra los editores señalaban que era un libro muy práctico para las tres clases de huerta: la familiar, la profesional y la industrial. En el libro se ofrecían reglas generales y métodos modernos para la instalación de huertas, métodos de cultivos, fertilización, riego, semillas, alternativas de plantas, tratamiento de enfermedades, Proporcionaba informaciones sistemáticas para triplicar y mejorar la producción de toda clase de hortalizas. E insistían en que era un libro de enorme valor para el horticultor.

horticultura-general-y-especial

 

De la colección de Clásicos Castellanos se anunciaba la edición crítica de una de las obras cumbres de la literatura picaresca: Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán. Tal edición la efectuó  el catedrático del Instituto-Escuela, investigador del Centro de Estudios Históricos y ex pensionado de la JAE Samuel Gili Gaya, sobre el que dí una conferencia en el instituto homónimo de Lleida el 10 de diciembre de 2019 (ver aquí y aquí), y al que dediqué un artículo en compañía de mi colega y amigo Mario Pedrazuela en un ejemplar extraordinario de la revista Participación Educativa de 2011 (ver aquí). Esa gran edición constaba de cinco tomos y el precio de venta de cada uno de los volúmenes variaba según la calidad de la cubierta: en rústica seis pesetas; en tela ocho ; en piel diez pesetas.

La editorial Espasa-Calpe había adquirido la colección Clásicos Castellanos a ediciones La Lectura en 1930. Se convirtió entonces Domingo Barnés en su director literario. Este pedagogo, estrecho colaborador de Manuel Bartolomé Cossío, dio continuidad en sus nuevas funciones al propósito inicial de la Colección. Ese afán surgido en torno a 1910 gracias al impulso de Tomás Navarro Tomás y Américo Castro, los discipulos más directos de Ramón Menéndez Pidal, era el de hacer ediciones claras, correctas, con precisión y conciencia filológica de textos clásicos españoles. A lo largo de la dilatada trayetoria de la colección se llegaron a publicar más casi dos centenares de títulos (ver aquí).(2)

Mateo Aleman

 

De la Biblioteca de ideas del siglo XX dirigida por José Ortega y Gasset (3) se hacía publicidad de una nueva edición de la relevante obra de Enrique Wölfflin: Conceptos fundamentales en la historia del arte que con 121 grabados se vendía a 20 Pts. Su primera edición en castellano se había hecho en 1924, con traducción de José Moreno Villa.

Wolflin2

 

 

De la colección «Vidas españolas e hispanoamericanas del siglo XIX», que también impulsó José Ortega y Gasset dado su interés por la renovación del género biográfico y a la que dio un giro tras su segundo viaje a Argentina en 1928 para favorecer y potenciar el diálogo cultural transatlántico (4) , se dio noticia de dos recientes publicaciones.

Una correspondía a la autoría de Diego Hidalgo. Este notario de origen extremeño, militante del Partido Republicano Radical y ex ministro de la Guerra cuando se produjo la revolución de octubre en 1934 había efectuado un viaje a la Unión Soviética en 1929. Es  probable que entonces comenzase su interés por las aventuras de un paisano que llegaría a ser general del ejército ruso. Esa apasionante biografía la dio a conocer en su libro José Antonio de Sarabia. De estudiante extremeño general de los ejércitos del Zar, cuyo coste era de cinco pesetas.

El otro era obra del periodista y escritor mexicano Rafael F. Muñoz. Su biografía del presidente mexicano general Antonio López de Santa Anna , cuya figura dominó la historia política mexicana en el segundo cuarto del siglo XIX, también se vendía a 5 ptas.

Diego Hidalgo

 

Santa Anna_

 

El interés por el mercado hispanomericano de Espasa Calpe, que tenía una potente delegación en Buenos Aires, se revela asimismo en su apuesta por editar El diablo y la técnica, una selección de cuentos, impregnados de humorismo, del peruano Héctor Velarde, (1898-1989), un arquitecto que había vivido en la Argentina en la década de 1920, y cuya obra arquitectónica sería influyente en el Perú del segundo tercio del siglo XX a través de su labor académica y sus construcciones.

En la publcidad de la editorial se cometió una errata en el título al denominarlo «El hombre y la técnica» quitándole el toque de humor del libro, adoptado por su autor. El precio de la obra era de cinco pesetas

El diablo y la técnica de Hector Velarde_

 

Finalmente se mencionaba la obra del sacerdote y teólogo austriaco Franz Michel William La vida de Jesús en el país y pueblo de Israel. Publicada en alemán en 1932 se convirtió en un bestseller en su tiempo, traduciéndose a doce lenguas, entre ellas el español, gracias a Espasa-Calpe.  En ellla se presentaba al lector, de una manera ágil y atractiva, la vida y la persona de Jesús partiendo de los Evangelios. Benedicto XVI reconocería esa obra como una de sus fuentes de inspiración en el prefacio de su importante libro Jesús de Nazaret.

La obra de Franz Michel William era presentada por Espasa Calpe como la biografía cumbre sobre Jesús, la editó ilustrada con láminas y encuadernada en tela. Tan lujosa edición se vendía a un alto precio: 18 pesetas.

Vida de Jesus 2

 

Todos esos libros se podían adquirir en librerías y en la Casa del libro que tenía Espasa-Calpe, S.A. en su sede de la madrileña Avenida Pi y Margall nº7, actual Gran Vía.

 

Casa del Libro en 1923

Interior de la Casa del Libro en 1923

 

(1) Ana Martínez Rus, «Las Ferias del Libro de Madrid (1933-1936) como fiestas republicanas«, Cuadernos de Historia Contemporánea, 41, 18-39

(2) Ver Antonio Marco García, «Propósitos filológicos de la colección Clásicos castellanos de la editorial La Lectura (1910-1935)«, AIH ,Actas X, 1989

(3) Tal y como señala Azucena López Cobo en «Un proyecto cultural de Ortega con la editorial Espasa-Calpe (1918-1942)» en Revista de Estudios Orteguianos nº 26, 2013  p. 31 esa biblioteca editó ensayos de la cultura contemporánea como Geometrías no euclidianas: exposición histórico-crítica de su desarrollo de Roberto Bonola; Teoría de la Relatividad de Einstein de Max Born; Ciencia cultural y ciencia natural de Heinrich Rickert; La decadencia de Occidente de Oswald Spengler; Ideas para una concepción biológica del mundo de Jacob von Uexküll y los mencionados Conceptos fundamentales en la Historia del arte de Heinrich Wölfflin.

(4) Desarrolla estas cuestiones Jessica Cáliz Montes, «La colección ´Vidas Españolas e Hispanoamericanas del Siglo XIX», un lugar de encuentro entre España e Hispanoameríca», en Cuadernos de Aleph, 2013, nº 5, pp. 15-38.

 

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