La actitud ante la nobleza española de Manuel Machado

Manuel Machado se propuso una ardua labor en 1918. Ir auscultando el tono de los días que iban pasando en el trascurrir ese año, tan decisivo en la historia mundial y española. Sus impresiones las transmitía a los lectores del diario El Liberal en su colaboración semanal, publicada los lunes,  que tenía como título Día por día. De mi calendario. En ese desfile cotidiano de acontecimientos que presentaba a sus lectores pretendía captar «la cara del día».

He aquí como reaccionó a un manifiesto del Centro de Acción Nobiliaria, una sociedad de ideario tradicionalista y corporativa fundada en 1909. Las consideraciones de Manuel Machado hacia ese documento iban acompañadas de una ilustración de su colaborador Ricardo Marín.

Martes 22 de enero de 1918

Tiene sobradístima razón el Centro de Acción Nobiliaria: «Hace un siglo que la nobleza española dejó de influir como clase social en los destinos de la patria…» Y cuando una clase social se queda completamente al margen de esos destinos, deja ipso facto de ser una clase social.

Pero si como tal clase no tiene ya vida ni eficacia alguna, bien pueden sus miembros realizar individualmente -como en su origen- las más nobles hazañas, las empresas más altas, los más generosos sacrificios, ahora que la patria necesita del esfuerzo de todos sus hijos. Bien pueden los herederos de nombres ilustres por el valor de sus mayores, añadir nuevos timbres a su prosapia, nuevos cuarteles al escudo. La industria, el comercio, la agricultura, son hoy el palenque apropiado para su fortuna. Las Artes y las Ciencias, el campo abierto a sus talentos. No ataviándose de honores decorativos, lazos y bandas, placas, plumas  y galones, sino dando en la ocasión cuanto poseían,  desde la plata y el oro de sus joyeros hasta la sangre de sus venas, alcanzaron sus antepasados la gloria y el prestigio a cuya sombra ellos duermen. No traten de avivar un espíritu de clase que los separa con exclusivismos anacrónicos de la vida actual. Pero agítense en ella, individualmente, con los poderosos medios de que disponen, y que cada uno conquiste de nuevo su título, pensando que si es muy elegante ser el último marqués, lo grande, lo fuerte, lo noble es haber sido el primero.

Ricardo Marin 22 enero 1918

 

El 15 de enero de 1918 en el dietario de Manuel Machado: pesimismo ante situación sociopolítica

A medida que discurría el mes de enero de 1918 el hambre avanzaba entre las clases populares españolas. Proliferaron entonces manifestaciones en numerosas ciudades, sobre todo del arco mediterráneo. De ellas informó Mundo Gráfico,  la revista ilustrada más popular de aquel momento, en su ejemplar de 23 de enero de 1918, ofreciendo imágenes de numerosas manifestaciones dirigidas por mujeres. Las tres fotos de abajo corresponden a la gran manifestación habida en Málaga el 15 de enero que se saldó con decenas de muertes.

Mundo Grafico 23 enero 1918 manifestaciones del hambre

También se produjeron sucesos luctuosos en Alicante y en Barcelona como consecuencia del malestar social existente en la capital catalana.

Mundo Grafico 16 enero 1918 Barcelona protestas

La colaboración de Manuel Machado correspondiente a sus reflexiones sobre el martes 15 de enero, que publicó una semana después en El Liberal de 21 de enero, corresponden a esos trágicos acontecimientos. Expresan una profunda crítica al comportamiento irresponsable de las elites politicas y económicas, dirigiendo sus dardos hacia la patronal catalana. Su actitud egoísta y cerril le parecía indignante y así lo pudo constatar cuando fue testigo directo de la semana trágica barcelonesa en 1909. E instaba al primer ministro Manuel García Prieto, marqués de Alhucemaas, a escuchar la voz del pueblo.

Estas son pues sus reflexiones, acompañadas de una ilustración de Ricardo Marín alusiva a la acción de la Parca en la risueña ciudad de Málaga teñida de luto aquel 15 de enero de 1918.

Martes 15 de enero de 1918

En cambio, aqui no fracasa nadie. O, mejor dicho, el fracaso repetido es una nueva garantía de poder. Estamos gobernados por las mismas cosas y por los mismos hombres que nos llevaron al gran desastre. Ellos y suss hechuras y descendientes continúan mandando. Y el desastre tambien continúa. Barcelona…Malaga…Alicante.

La semana trágica de 1909 me cogió en Barcelona. Inopinadamente y sin quererlo me encontré con la huelga y con la revolución.

Pues bien; yo os juro que jamás oí en boca del pueblo en armas el menor grito separatista, la menor voz antipatriotica ni nacionalista. El ejército era aplaudido en todas partes. Allí pude comprobar, en cambio – y uno de los más prestigiosos entre ellos mismos corroboró entonces mi aserto- que la culpa toda de los disturbios era del avariento despotismo salvaje de muchos patronos fabricantes catalanes, de los tiránicos industriales enriquecidos, prototipo, en su mayoría, de la intransigencia, de la crueldad egoísta y, lo que es peor, de la grosería inabordable. Ellos, sí: ellos sí que eran catalanistas y separatistas y «lligueros» y facciosos. Ellos sí que eran antimilitaristas, incapaces de toda solidaridad, no ya nacional, sino humana, hasta el punto de alegrarse y sonreír en medio del pánico, cuando la destruida o la quemada era la fábrica del vecino, esperando vagamente salvar la propia o consolandose así de haberla perdido. Os digo que yo lo he visto.

En cuanto a Málaga, Málaga divina, perla del Mediterráneo; Málaga, sufrida y pobre, risueña siempre, enpero, y dulcemente alegre, ha roto en un momento de sagrada indignación su tradicional armonía. Exasperaciones del hambre y de la iniquidad la han enloquecido, y trocado en rojo y negro aquel exquisito panorama de azul y plata. La represión ha sido brutal y mortífera.

No podemos desde aquí juzgar del todo a las autoridades malagueñas. Pero el pueblo entero, colgando de luto sus balcones, ha dicho al gobernador que se vaya. El jefe de un partido demócrata no puede dudar de que Vox populi vox Dei. Hay que olvidar que somos marqués y grande de España para recordar que la primera obligación de un régimen democrático es escuchar al pueblo.

Ricardo Marin 15 enero 1918

El 13 de enero de 1918 en el dietario de Manuel Machado: consternación ante el avance de la miseria

El deterioro de la situación social en la España de principios de 1918 era alarmante. La miseria crecía imparable, y los motines por la falta de pan, el desabastecimiento de carbón, y la carestía de los productos de primera necesidad eran continuos en diversas ciudades y poblaciones españolas. En ese contexto se producen las siguientes reflexiones de Manuel Machado en el diario El Liberal, acompañadas de una ilustración de Ricardo Marín, alertando ante las consecuencias de que sus lectores burgueses cerrasen los ojos a las lacerantes desigualdades sociales en las que estaban inmersos.

Domingo 13 enero

He visto a la Miseria. La he visto a la puerta de una tienda de comestibles calentándose en la hoguera de un tostador de café. La he visto, con la cara terrosa, los ojos famélicos iluminados; revuelto el intenso cabello; mal cubierta de harapos inconcebibles. La he visto, pues, y os lo digo. Vosotros podéis seguir pensando en que lo primero es vivir bien, en que hay que aprovecharse de las circunstancias, en que la caridad bien entendida empieza por uno mismo. Pero yo os digo que he visto a la Miseria. Y era horrible.

Ricardo Marín 13 enero 2018

 

El 9 de enero de 1918 en el dietario de Manuel Machado o gritos de mujer en la calle

Continuando con nuestro paseo por la sección “Día por  día. De mi calendario” que Manuel Machado publicó semanalmente a lo largo de 1918 en las páginas del diario El Liberal hoy corresponde dar cuenta de sus  impresiones respecto a sus vivencias del miércoles 9 de enero. Ese día Manuel Machado se dedicó a denunciar  los perniciosos efectos causados por los acaparadores de alimentos que especulaban con los bienes de primera necesidad y a apoyar las medidas adoptadas por las autoridades para evitar la especulación. Debido al hambre que azotaba a un importante sector de las clases populares se sucedían por esas fechas los motines liderados por mujeres en diversas ciudades españolas, algunos de los cuales sería reprimidos con gran violencia.

He aquí el texto de Manuel Machado acompañado de la ilustración correspondiente de Ricardo Marín.

Miércoles 9 enero 1918

Entretanto, muchos abastecedores, intermediarios y comerciantes de subsistencias y artículos de primera necesidad se proponen hacer una fortuna rápida y definitiva aprovechando lindamente las circunstancias. Ha sido preciso, en fin, acudir a la tasa. Tarde y con daño, es cierto. Pero a la tasa, al cabo. Esto nos retrotrae a los buenos tiempos setecentescos. No del todo…Porque, a decir verdad, lo que más se echa aún de menos en plena Puerta del Sol es su buena picota donde exponer a la vindicta pública a los desalmados agiotistas, y, si me apuran ustedes, un buen racimo de acaparadores colgados de las antiguas horcas, altamente moralizadoras, y pataleando en la turbia atmósfera una danza ejemplar.

En serio: si no se pone un término legal a la salvaje codicia de los medradores sin conciencia, serán la miseria, el hambre y la desesperación las encargadas de ponérselo. Aplaudimos de todo corazón los enérgicos propósitos de las autoridades, del comisario de Abastecimientos, del gobernador de Madrid, del propio presidente del Consejo, significados ya en nobles palabras  y actos. Pero nos permitimos darles cierta prisa, porque el asunto se agrava, y las inminencias amenazadoras son tremendas. Piensen que ya se ha oído en las calles gritos de mujer.

Ricardo Marín 9 enero 1918

El 8 de enero de 1918 en el dietario de Manuel Machado o los primeros pasos de la madrileña «Casa de Velázquez»

En su sección «Día por  día. De mi calendario» que Manuel Machado publicó semanalmente a lo largo de 1918 en las páginas del diario El Liberal fue plasmando sus observaciones, impresiones y vivencias de los acontecimientos de hace un siglo.

Líneas abajo reproduzco lo que escribió Manuel Machado respecto al 8 de enero de 1918. Sus consideraciones de ese día versaron sobre una iniciativa que enriquecería la oferta de servicios culturales de Madrid, y que mostraba la fortaleza de las relaciones culturales y científicas hispano-francesas, impulsadas por los sectores aliadófilos, y francófilos en particular, de la «intelligentsia» española de aquel momento.  Me refiero a los primeros pasos que se dieron hace un siglo para fundarse en Madrid la Casa de Velázquez.

Como solía ocurrir las consideraciones de Manuel Machado, uno de los lectores del popular diario francés Le Petit Journal,  iban acompañadas de un dibujo de Ricardo Marín, que es el siguiente

Ricardo Marin 8 enero 1918

Martes 8 de enero de 1918

La Casa de Velázquez…Hermana de las residencias artísticas de Atenas, de Egipto, de la Villa Médicis, de Roma; la «casa de Velázquez», que Francia quiere fundar en Madrid, será Academia, escuela, Pensión, morada de artistas que vendrán a estudiar nuestra pintura y a adorar a Velázquez en su soberbio templo del Museo del Prado.

El académico Widor [secretario perpetuo de la Academia de Bellas Artes], que expone la idea en el «Petit Journal» [del lunes 7 de enero 1918], y que asegura haber hablado ya de ella con nuestro rey, termina diciendo:

«Madrid será la residencia del arte cosmopolita y el centro de las peregrinaciones artísticas, porque, en efecto, puede vanagloriarse de sus artistas contemporáneos, tan geniales como Benlliure, Miguel Blay, Pradilla, Sorolla, Gonzalo Bilbao y Zuloaga, así como otros muchos autores de incomparables obras maestras».

Y he aquí cómo es el Arte divino y santo el que une a los pueblos. Y he aquí cómo todavía debemos más a Velázquez en la consideración del mundo que a toda nuestra diplomacia y a toda nuestra política internacional. Y he aquí, finalmente, cómo de todo tiempo, antes y ahora, han sido nuestros artistas los únicos españoles a la altura de su cometido, mantenedores brillantes de nuestro prestigio ante Europa entera. Que su ejemplo cunda, y que amantes todos de nuestra misión, por modesta que sea, cumpla cada uno su deber como ellos saben cumplir el suyo.

 

El 7 de enero de 1918 en el dietario de Manuel Machado

Fue en el ejemplar de El Liberal de 7 de enero de 1918 donde se publicó la sección semanal con la que Manuel Machado se comunicaba con sus lectores titulada Día por día. De mi calendario. Entre otras colaboraciones que enriquecían la lectura de ese periódico en ese día había un artículo del periodista  Adolfo Marsillach (n.1868) explicando por qué los concejales liberales habían decidido apoyar la elección del candidato republicano Manuel Morales Moya para la alcaldía de Barcelona frente al candidato de la Lliga regionalista el conservador Martínez Domingo.

Pero la preocupación de Manuel Machado ese día se centró en denunciar el asesinato de un joven de 23 años Eugenio Rodríguez García sucedido la noche de la festividad de los Reyes Magos en la madrileña Plaza de los Mostenses, que él veía como un símbolo de hondos defectos existentes en una sociedad española, en la que abundaban rasgos crueles y violentos. Sus reflexiones, acompañadas de una ilustración de Manuel Marín, fueron las siguientes.

 

Lunes 7 de enero de 1918

Ricardo Marín 7 enero 1918

Las cosas tienen, indudablemente, un alma. Menos compleja que la nuestra, pero harto más clara y determinada. La boca estúpida de un cañón revela una brutalidad irremediable. Duerme un incendio en la pólvora, una carnicería en cada cuchillo; en la punta aguda de un puñal, una intención homicida. El diablo carga escopetas, pistolas o revólveres. Y, cuando el mismo no las dispara, es una mano criminal quien finalmente oprime el gatillo.

Nada se perderá con que la ley elimine de la sociedad al matador de Eugenio Rodríguez en la noche de Reyes. Es más, sólo el hecho de llevar consigo el arma siniestra bastaría, a mi jucio, para separarlo del comercio humano. Pero ese miserable tiene cómplices a quienes hay que perseguir y extirpar sin conmiseración. Y son esos cómplices la barbarie, la incultura, la majeza matona, la superstición, la sombra, el alcohol, y, sobre todo, el revólver. Ese revólver infame y barato, cuya alma criminal dormía agazapada, esperando la mano brutal e insensata que la despertara.

El 6 de enero de 1918 en el dietario de Manuel Machado

Continúa esta bitácora ofreciendo las observaciones de Manuel Machado sobre sus vivencias en el transcurso de 1918 que transmitía a sus lectores de El Liberal.

El ejemplar de ese diario correspondiente al domingo 6 de enero de 1918 se abría en su primera página con un largo artículo de Luis Araquistáin sobre la crisis militar vivida en el país titulado «Hechos e ideas. La antinomia del sindicalismo militar». Acompañaba a ese texto de quien era por esas fechas el director del semanario España una amplia información sobre un «trascendental» discurso dado por el primer ministro del gobierno del Reino Unido David Lloyd George ante los representantes de los obreros ingleses para explicar las razones de la implicación británica en el conflicto mundial que estaba devastando Europa.

Las reflexiones de Manuel Machado sobre esa jornada versaron obviamente sobre la festividad de los Reyes Magos de honda raigambre en la cultura popular española. Estaban entreveradas de alusiones veladas al derrocamiento del zar Nicolás II y de consideraciones directas a un reciente incendio que había asolado el Palacio de La Granja, causándole importantes daños. Unas y otras tenían un cierto toque sarcástico como se podrá comprobar a continuación.

Ricardo Marín 6 enero 1918

Domingo 6 de enero

Melchor, Gaspar, Baltasar, los divinos Magos, los poderosos reyes de Oriente, llegaron a Madrid a su hora exacta, a las doce en punto de la noche. Claro es que no vinieron por ninguna de nuestras ferrovias. Y este año, después de [repartir encantados juguetes en los zapatitos de los niños], se fueron al Palacio de Oriente, entraron sin llamar, y ya ante S.M. D. Alfonso XIII, he aqui lo que le dijeron, si no miente un «repórter» que disfrazado de truchimán, logró colarse con ellos hasta la regia estancia:

….Querido compañero: En vista de lo mal que anda hoy nuestro oficio, y sabedores de las penas que te angustian con el incendio de tu Palacio de La Granja, y con otros incendios más o menos latentes en torno tuyo, no hemos querido atravesar tu corte sin venir a saludarte con toda la ternura de nuestros corazones. Hemos pensado en tí y te traemos también tus regalos. No se trata de juguetes, ni en realidad son para tí, que no los necesitas. No te faltará, sin embargo, a quien endosarlos. Helos aquí:

Y desembozándose los Magos, depositaron sobre la hermosa mesa tres refulgentes arquetas, sobre las cuales, con letras de divino fuego, había, respectivamente escrito: «Bondad, Verdad, Lealtad».

Ve ahí nuestro regalo -añadieron-, acéptalo, ya que no es para tí, y repartelo entre tus ministros, que bien lo han menester. ¡Ah! Y diles -si te parece- que la mezcla de esas tres cosas consituye la suprema pillería que puede hoy ejercitarse en el mundo.

Así hablaron los reyes. Y después de una despedida cordial, continuaron su camino, siempre hacia Oriente.

La actitud sarcástica de Manuel Machado era compartida por otros observadores de la difícil coyuntura por la que atrevesaba la sociedad española en aquellos primeros días del año 1918 como lo revela esta caricatura de los Reyes Magos que ofreció el mordaz caricaturista Sileno (n. 1869) a los lectores de una publicación competidora de El Liberal como era Blanco y Negro.

Sileno Los Reyes Magos

Melchor, Gaspar y Baltasar cargan con sacos de harina, patatas y carbón, productos de primera necesidad que escaseaban en el país

 

 

El 5 de enero de 1918 en el dietario de Manuel Machado

Continuando con el dietario de Manuel Machado que este literato fue publicando semanalmente en las páginas del diario El Liberal a lo largo de 1918 y que voy siguiendo en esta bitácora corresponde hoy dar cuenta de sus observaciones sobre el 5 de enero de 1918, tal día como hoy hace un siglo, observaciones que conviene poner en relación con otros eventos.

El 5 de enero toda la portada del periódico El Liberal, así como de otros diarios, estaba dedicada a informar del conflicto militar desencadenado por un grupo de suboficiales y a difundir un manifiesto de las clases de tropa al Ministro de la Guerra exponiendo sus agravios y sus ideales que se cifraban en «limpiar la voluntad nacional», como había pretendido en otras circunstancias su referente el general Espartero, líder del partido progresista a mediados del siglo XIX.

Pasando la página se informaba de cómo Madrid seguía a oscuras pues «continuó ayer el conflicto de la falta de gas para las industrias, y por la noche quedó la población, si no completamente a obscuras, con dos docenas y media de farolas encendidas, que no alumbraban un radio de dos metros».

Las reflexiones de Manuel Machado, que también era crítico teatral de ese diario, sobre los sucesos de ese día versaron sobre su vida social y el aburrimiento que le embargaba en ciertos eventos a los que tenía que asistir como los bailes de máscaras. Sus divagaciones estaba acompañadas del siguiente dibujo de Ricardo Marín.

Ricardo Marín 5 enero 1918

 

Sabado 5 de enero 1918

Ha dicho un gran escritor que el aburrimiento nació en un baile de máscaras. Pudo haber añadido que vive así desde que nació….

Como la música se oye apenas entre la gárrula vocería, desaparece la lógica del baile y por un momento creéis que es el suelo el que sacude a los danzantes de un modo caprichoso y ridículo. Una erupción de colores abigarrados, de gritos frenéticos, de movimientos disparatados, os asalta al par la vista y el oído. La atmósfera irrespirable, cargada de fuertes perfumes baratos y de expiraciones alcohólicas, es un vaho irritante y mefítico. Bajo una lluvia de risotadas desapacibles, de incoherentes denuestos, de chistes y ocurrencias entre espirituales y espirituosas, sentís de pronto que una amargura infinita os invade el alma y – a menos de estar locos o borrachos- huis avergonzados ante la horrible caricatura de la alegría que es un baile de máscaras…

 

 

 

 

La despedida de 1917 por Manuel Machado

A lo largo de 1918 Manuel Machado tuvo una colaboración semanal, publicada normalmente los lunes, titulada Día por día. De mi calendario en las páginas del diario El Liberal, ilustrada por el dibujante Ricardo Marín. Daría forma de libro a su dietario con el nombre de Día por día de mi calendario: memorandum de la vida española en 1918.

Pretendo, si las circunstancias son favorables, ir transcribiendo ese diario durante las próximas semanas, como complemento al seguimiento de la vida científica y educativa en la sociedad española de 1918 que haré en mi otra bitácora -la de Jaeinnova. De esta manera la suma del doble esfuerzo permitirá un acercamiento a la vida cultural y científca de la sociedad española cien años atrás.

Para empezar he aquí las reflexiones de Manuel Machado, cuando simultaneaba funciones de bibliotecario y archivero en la Biblioteca Nacional y en el Ayuntamiento de Madrid, sobre el 31 de diciembre de 1917, efectuadas en las páginas del Liberal de 7 de enero de 1918, que acompaño de la correspondiente ilustración de Ricardo Marín.

Este lunes [31 de diciembre de 1917] se fue sin mostrarnos la cara. Antes nos dio las espaldas, encorvadas al peso del año muerto.

No ha sido un día el lunes, sino un adiós. Adiós a 1917. Adiós a toda esperanza de vivir en la indolencia y el descuido. Adiós a la imprevisión y la confianza: adiós a los Gobiernos ficticios y a los partidos «políticos»; adiós a las antiguas vaguedades ideológicas, sin aplicación real e inmmediata: adiós a la pereza y al «vuelva usted mañana»…, porque el mañana es hoy…terriblemente hoy.

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